martes, 15 de diciembre de 2009

La Ventana

Falsa alarma, aquí estoy. Siento defraudar a los que ya se habían hecho ilusiones de que sin decir ni mu hubiera dejado esto del blog.

Estoy pensando, mientras escribo, en si miento o no al decir que esta ausencia se ha debido a la falta de tiempo. ¿Realmente no he tenido media hora para escribir? No, creo que no, no media hora tranquila. El día que podía haberla encontrado, antes de la cena con VT, opté por irme a correr porque tampoco a eso le he podido dedicar el tiempo que habría querido.

El día de la cena fue el jueves. Miércoles, jueves y viernes de la semana pasada fueron días muy dedicados al arte, la parte de mi nuevo trabajo que me era menos familiar y una de las que más me está gustando. El miércoles nos vimos con MZ, el jueves cenamos con este V y el viernes tuvimos la comisión asesora de arte que terminó con la compra de un Kounellis que después de unas semanas hasta me terminó gustando. B me invitó incluso a colgarlo en el despacho, y me lo estoy pensando, aunque parece que las planchas de hierro pueden pesar demasiado para el revestimiento de madera. Habrá que buscarle un sitio, puede además que tenga más fuerza solo, fuera de la exposición.

T es un tipo interesantísimo. Me recordaba mucho a FA, el famoso cocinero, por cómo sus ideas corren más que sus palabras, por cómo se atropella para que no se le escapen y para que no se le acumulen, parece que tiene que quitárselas de encima para que hacer sitio a las que llegan. Es un experto en vino, dicen que de los mejores entre los aficionados, y da gusto verle elegirlo, pedirlo, probarlo. Eligió un tinto tarraconense, un vino kosher. La primera vez que le oí decirlo no le hice mucho caso, pensé que se refería a un tipo de uva, o a una característica del color, de la textura... Lo repitió un par de veces, y ya no aguanté, corrí con el riesgo de - una vez más - parecer imbécil: ¿Kosher? Sí, kosher, elaborado para que puedan beberlo los judíos. ¿Pero no habías dicho que era de Tarragona? Sí, pero de una bodega que hace unos años siguió el consejo de unos americanos sobre la oportunidad de crecimiento que podían encontrar en ese mercado. Kosher o no, estaba buenísimo. Me hizo pensar en que a lo mejor es una bobada esa manía que me ha dado por los cavas y los blancos.

El viernes por la mañana se fue en la reunión de la Comisión Asesora, una ocasión para aprender y para descubrir que no tengo ni idea de arte. No, no está bien, el verbo no es descubrir porque ya lo sabía (que no sabía) El verbo adecuado podría ser sufrir, o admitir; aunque significan cosas distintas los dos valen.

Todo esto pasó en la parte de la semana que fue laborable. El puente también fue cántabro, pero en familia. Nos fuimos con los niños y gracias al viaje ahora, cuando me voy para allá, A me mira con envidia: ya sabe lo que es Santander, ya le pone cara. Además se creerá, seguro, que me voy para hacer lo que hicimos con ellos: coger la pedreñera, comer rabas y pizza, ir a Cabárceno a ver tigres y a no ver hienas, meterme en el Hipercor más grande y más agobiante que he visto en mi vida. A Pedreña fuimos a comer, conseguimos mesa porque cuando ya habíamos perdido toda esperanza salió de la cocina, como una aparición, MAR. Estaba ahí, aunque cueste creerlo, haciendo un revuelto de setas que es su especialidad y que se iba a comer con el dueño del restaurante. Los probamos, estaban realmente bastante ricos. La aparición nos vino muy bien, porque sirvió para que apareciera una mesa buenísima preparada, casi como reservada, para nosotros. Los niños también pudieron comprobar, en esta corta estancia, algo que dada su experiencia donostiarra no dejaba de ser sorprendente: en Santander se habla español.

Iba a hablar ahora de esta semana, como si ya hubiera pasado, y estamos solo a martes. Y es que cada día parece una semana; una semana además variada, intensa, casi siempre sorprendente porque casi nunca termina como parecía que iba a hacerlo. Mañana es un día importante. Hoy lo ha sido. Y ayer lo fue.

¿Y lo de "La Ventana" que titula la entrada? Es el título también de la película que vi el martes pasado. Una pequeña joya, una especie de miniatura que hay que ir a ver. Ya ha pasado una semana desde que la vi y aunque no me acuerdo de cómo era la música la sigo teniendo dentro. La música y algunas imágenes que se me quedaron grabadas. Sobre todo una, preciosa, en la pradera.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Buscando a Eric

Hoy estábamos en el cine, viendo una película que gira en torno a un futbolista, algunos de los pocos de esta ciudad a los que no nos gusta el fútbol. Estaríamos allí por cualquier razón, pero no por ver a Eric Cantoná. Lo sabíamos, porque mientras estábamos en el cine el Barcelona y el Madrid estaban jugando a fútbol y a nosotros nos daba igual.

La crítica de El País decía que el final era un poco del estilo de los de Frank Kapra. Es decir, feliz. Y sí, la película tiene un final feliz. En algún momento me he arrepentido de saberlo, pero la mayor parte del tiempo me he alegrado: todo lo que pasaba era tan duro, tan triste, que no sería fácil convivir con la posibilidad de que se estropeara todo, de que tanto esfuerzo fuera vano. Los ingleses tienen una especial capacidad para retratar la desesperación y la miseria de su estrato social más bajo. Ahora sólo se me viene a la cabeza "lloviendo priedras", pero hay todo un género en el que inscribe esta "Buscando a Eric". Lo bueno de la de hoy no es sólo que termina bien, sino que lo hace por la forma en la que se ponen en juego valores como los que no suelen salir bien parados en el cine. Es una peícula para sonreir y para salir sonriendo, así que hay que ir a verla.

Esta ha sido una semana de críticas a blog. En primer lugar fue M, que primero me dijo que esto estaba perdiendo interés (o nivel, no lo recuerdo bien) y que luego añadió algo así como que no debería volcar aquí mis neuras. Todo esto, por supuesto, con una sonrisa en la boca. Con lo de las neuras no sé bien a qué se refiere, lo del interés seguramente es cierto, al menos si el interés radica en las cosas que aquí cuente de las que me suceden reacionadas con mi trabajo.

M no entendía que no se trasladara aquí el enorme interés que según ella tendría mi actual trabajo. Seguramente tiene razón, pero poco puedo hacer porque ahora no sólo tengo un trabajo, sino que por primera vez me sucede que represento algo que me impide decir públicamente muchas cosas. Nos sólo, como es obvio, sobre lo que hago, sino sobre muchas cosas que pienso. Si, aunque esto no lo lea nadie. ¿Estoy exagerando? Puede ser, pero por si acaso opto por la prudencia. Algo tan tonto como lo que a UFV es la mejor Universidad de España. ¿Debo decirlo? Creo que no, sea o no cierto y lo piense o no. La institución para la que ahora trabajo colabora con decenas de universidades de España, y no está bien que alguien pueda pensar -o pueda saber- que tengo una inclinación especial por alguna de ellas.

¿Entonces de qué hablo? Pues de mis paseos a caballo, de las carreras por el Sardinero, de las pelícuas, de los niños... ¡Pero ojo! ¡¡Con los niños también hay que tener cuidado!! Porque por ahí vino la segunda crítica, en este caso de un anónimo. Un anónimo, a mi juicio, un poco exagerado y poco neurótico y un poco aburrido. Ese "estás jugando con fuego" por colgar aquí una foto del equipo de fútbol ganador del partido del colegio de R y A me pareció tan absurdo (si es en serio) que sólo me hizo reir. A me dijo, no contestes. Pero no, yo sí contesto. ¿No puedo colgar aquí la foto del equipo de futbol en el que juega R? ¿Por qué? ¿Qué puede pasar? ¿Qué puede hacer alguien con esa foto?

Están vestiditos, posando con el entrenador orgullosos de su victoria. ¿Qué pasa? Si no puedo sacarles así en el blog tampoco puedo llevarles en metro, o por la calle Goya, allí les va a ver mucha más gente. Y desde el punto de vista legal (el anónimo me aconsejaba hablar con un abogado) tampoco acabo de verlo... En cuanto leí el anónimo me acordé de las decenas de fotos que cada semana salen en el Diario Montañés de los equipos ganadores de las ligas de los colegios, de los barrios... Me acordé del programa de fiestas de Deba donde salen... Niños! Sí, niños!! Corriendo, jugando, disfrazados... Todo muy horrible, como lo de la entrada del domingo pasado.

Si quien escribió el anónimo es el padre o la madre de uno de los niños que salen en esa foto que me llame y la quito, no seré yo quien deje de respetar las manías de cada uno. Pero si no, la foto se queda ahí. Me arriesgaré a que alguien la copie y... ¿Y qué? Lo siento, mi corta imaginación no basta para descubrir qué horrible cosa puede suceder.

Pero mientras, para no echar más leña al fuego, hoy colgaré ésta que hice ayer en la dehesa, dando un paseo precioso a caballo.


Era mucho más bonito allí, sobre todo de luz, pero no está mal del todo y el encuadre es bueno. Y al menos no tiene peligro, ¿No?

domingo, 22 de noviembre de 2009

Madrid-Bilbao-Santander

Hoy no podré ir al cine. He llegado hace un rato de Cercedilla, esta tarde me toca trabajar un poco y además por la noche me voy a Santander. Es lo que se llama un domingo bien aprovechado: esta mañana nos hemos ido a Cerce y me he podido dar una vuelta preciosa a caballo hasta la pradera de las cortes, cogiendo el camino que sale pegado al río después de cruzarlo, y disfrutando de un otoño que aunque habría podido ser más bonito si hubiera llovido algo más, en el pinar siempre es muy especial.

Albaicín estaba nervioso. Nos ha costado más de media hora cogerle, cuando por fin he R y yo hemos conseguido meterle en los corrales de la cuadra y atarle estaba ya sudando de las galopadas que se ha dado prao arriba y abajo. Al salir seguía sin tenerlas todas consigo, pegando brincos por cualquier cosa que pasara a nuestro lado. Un portazo de un coche, el ladrido de un perro, un pájaro, una bolsa, cualquier cosa le sobresaltaba. Ya por arriba, más cansado, ha ido más tranquilo. Cada vez lo disfruto más, nos vamos haciendo el uno al otro y eso nos da confianza a los dos.

Una de las cosas bonitas de ir a caballo es la compañía de los perros. No sé muy bien cómo, pero cuando salgo de casa con intención de ir a montar se dan cuenta en seguida, basta con que me despida de los niños y les pregunte si me quieren acompañar para que desde fuera me oigan y se pongan nerviosas (Sí, sé que he escrito "perros" y ahora "nerviosas", pero es que lo de "perras" me suena muy raro) La cuestión es que se ponen histéricas cuando se dan cuenta de que sí, de que efectivamente me voy a montar. Me imagino que los cuatro haremos una estampa bonita por el pinar, al menos es la sensación que da al ver las caras de los niños que nos cruzamos. Hoy me he dado cuanta, por cierto, de que soy un poco vanidoso y que cuando me cruzo con alguien hago un esfuerzo para que Albaicín arquee el cuello y se ponga guapo, redondo.

Esta ha sido una semana cansada pero

Ha habido que cortar, estaba donde no debía. Reanudo la redacción desde la T4, esperando a embarcar hacia Bilbao. Acaban de llamar. Voy a Bilbao no porque tenga nada que hacer allí, sino porque no he llegado al vuelo de Santander y esta opción es la que que quedaba para estar seguro de estar mañana prontito en Santander. Desde Bilbao aún me quedará una horita de coche para llegar a casa. "Casa" es, en este caso, el Hotel Bahía.

Sigo por cierto dándole vueltas a la posibilidad de cambiar el hotel por un piso en Santander, de hecho he encontrado uno muy apetecible muy cerca del hotel. Yo creo que es mejor desde cualquier punto de vista, pero no me acabo de animar a dar el paso porque estoy cómodo como estoy, porque nada me urge a cambiar y porque pensar en hacerlo me da un poco de pereza. Pereza y poco de miedo (Seguro que absurdo) a complicarme demasiado la vida.

Estaba diciendo antes que la semana había sido cansada, pero fructífera. Ahora lo puedo decir con más conocimiento de causa que hace un par de horas, cuando he empezado a escribir. Se acaba la cola del embarque, habrá que cerrar y seguir luego, en el coche de camino a Santander. Ya estoy: en el coche, con M, camino de Santander. Lloviendo. Esto del modem USB es casi mágico.

Aunque no sea ni de lejos la primera vez, nunca deja de sorprende la infinita estupidez del mensaje en euskera al llegar al aeropuerto de Bilbao. Sé que a las cosas no sólo les confiere valor la utilidad, pero este mensaje no es estúpido -mejor dicho, no sólo- porque no sirva para nada. Lo es porque en realidad no es nada. No me voy a meter aquí en el fregao de explicar lo que quiero decir, no son horas ni es el lugar adecuado, aunque sería un buen calentamiento para la clase de Nacionalismos que tengo que dar el viernes. A me dijo que se vendría a escucharla, e incluso que intentaría traerse a su madre, pero me imagino que al final se rajará. Me encantaría que se animara, sería tener dentro una especie de topo que añadiría tensión a la clase.

Empieza a llover más fuerte. Creo que aún no he experimentado el invierno de Santander, hasta ahora lo que estoy viviendo es un otoño casi veraniego que me tiene mal acostumbrado.

Esta semana se presenta muy distinta que la pasada. La anterior fue de mucho curro, esta está salpicada de tres saraos que también son curro, pero de ese que se parece mucho a perder el tiempo. Es un tipo de actividad que además me cansa mucho más que le verdadero trabajo que se sabe porqué se está haciendo y que se hace porque se está convencido de que es necesario.

Me iba ya, entre otras cosas para no marearme,pero de repente me he acordado de lo más importante que ha pasado este fin de semana. ¡Me he estrenado como "padre-que-va-el-sábado-a-ver-el-partido de futbol-de-los-niños"!

Nunca pensé que me fuera a emocionar tanto en un partido de fútbol, tengo que admitir que estaba fuera de mí. El equipo de A perdió 1-0, pero el de R ganó 3-1 !!

domingo, 15 de noviembre de 2009

Partir

Dentro de un rato me voy a ver "Partir". Dice Javier Ocaña, en El País, hablando del argumento de la peli: "Si hay un tema que parece interesar sobremanera al cine actual es el del aburrimiento de la nueva burguesía, el del estercolero mental que invade a las familias de fachada impoluta, sonrisa amanerada, cuenta corriente solvente y sempiterna comodidad de puertas a fuera"

Es el hastío generacional del que hablábamos el otro día, la falta de sentido y la huída de una felicidad que no lo es. Es After, es American Beauty, es Revolutionary Road y otras tantas mucho menos buenas. Lo curioso es que el tema atraiga tanto y me atraiga tanto, tengo que admitir que hoy me he decidido a ir a verla cuando he leído el comienzo de la crítica de JO.

He querido escribir antes de salir porque así me quito un poco menos de sueño, y porque no quería dejar de traer al blog dos artículos que me han llamado la atención el fin de semana. El primero es de JB, sobre el aborto, y lo publicaba ayer El País:

http://www.elpais.com/articulo/opinion/Obama/Benedicto/XVI/aborto/elpepiopi/20091114elpepiopi_5/Tes

Me gusta porque no se esconde (al menos no demasiado) dentrás de conceptos ambiguos y admite que el aborto es un mal en sí mismo, pero desde ese punto de partida construye un discurso realista, posibilista en el buen sentido del término. Teniendo en cuenta cómo es la realidad, no tiene sentido ni es posible mantener el silogismo de que dado que es un mal debe prohibirse y perseuirse. Es una pena, pero es así, y por eso el discurso de "abortistas asesinas, a la cárcel" no ayuda. Además no debemos olvidar nunca, citando a nuestro admirado PF, que "la política no salva". La labor no está, o al menos no siempre, en prohibir y perseguir el mal. Nuestra labor debería tener más que ver con vencerlo con el bien, como dice el lema de la mejor universidad de España (http://www.ufv.es/)

El segundo nada tiene que ver con éste. Es la crítica que hace un tal AF, también en el País, del menú de Otoño de El Bulli.

http://www.elpais.com/articulo/Tendencias/Misa/visperas/elBulli/elpeputec/20091115elpepitdc_1/Tes

Quienes hemos tenido la suerte de disfrutar de la experiencia de El Bulli sabemos que es perfectamente posible que no esté exagerando, que las expresiones que usa F son del tipo de las que a uno le pueden servir para expresar lo que siente cuando prueba alguna de las maravillas de FA. Entiendo que haya gente a la que estas cosas le dejen frío, pero yo recuerdo perfectamente la sensación de quedarme sin palabras ante alguno de esos platos, de esas texturas, de esos sabores con los que A juega contigo. ¿Exagerando? No, creo que no.

Ya he vuelto del cine, y ya me he comido mis tres piezas de pollo kentucky cruji. Hoy he pasado antes del cine para pagarlas, y así después de la película sólo he tenido que pasar a recogerlas, sin quitarme siquiera el casco, como un auténtico mensaca.

La peli no está ni bien ni mal, yo creo que si no me sintiera un poco aludido personalmente por el tema no me habría interesado tanto. Pero a lo mejor esas es la clave, que una película te hable de lo que te interesa. Me ha hecho pensar mucho, eso sí, en la importancia del sexo, una importantcia muchas veces sobreestimada y muchísimas veces subestimada. Y la eterna pregunta : ¿Qué es el sexo, para bien o para mal? ¿Es causa, consecuencia, o simplemente síntoma? La respuesta no me parece en absoluto baladí. La película aborda la cuestión, y bien, pero no la responde, a no ser que se me haya escapado algo fundamental en el minuto que me he perdido por llegar tarde (de encargar el pollo).

Lo que sigo sin entender demasiado, puede que por intentar encontrarle un significado profundo que no tiene, es el título. El oroginal en frances, "Partir", no ayuda mucho más.

Y por cierto, si esta entrada no tiene éxito hablando del aborto, de Ferrán Adria y del sexo, es que nada puede tenerlo o que el que falla es el que suscribe.

lunes, 9 de noviembre de 2009

¿R o R?

Muchos ya sabéis lo divertido que a veces resulta la forma en que Vodafone traduce a texto los mensajes de voz del móvil. Hasta ahora había recibido muchos curiosos (las diversas traducciones de "Agurtxa" son como para juntarlas y publicarlas aquí) pero este es el mejor que he recibido hasta ahora.

Me ha llegado después de que se cortara una conversación con R en la que ya se adivinaba que A estaba detrás tocanbdo las narices. Dice así:

"Dale. Papa, lo siento por cortar. Este pesado me ha hecho dar a un boton y que ___ pero no pasa nada ___. No ocurre nada. Porque le voy a pegar una torta fuertisima. Y en 3, 2, 1, ya." - via SpinVox. Servicio contestador +, llama gratis al 147 para informacion, activacion, desactivacion.

El "en 3, 2, 1, ya" es de una exactitud increíble.

(Sirva esta entrada también para tranquilizar a quienes se quedaron preocupados por la anterior. No pasa nada, sólo un poco de intriga para mantener la tensión narrativa)

domingo, 8 de noviembre de 2009

Celda 211

He pensado mucho en lo que me dijo J el viernes, y va a resultar que tenía razón: De forma paradójica, hay veces que cuanto más dices más mientes, aunque lo que digas sea verdad. Y hoy cada palabra, aún siendo cierta, sería una mentira.

La peli no tiene la culpa de nada, así que al menos diré que sí, que merece la pena ir a verla aunque sólo sea para pasar un rato en tensión y olvidarse del todo de lo de fuera. Está muy bien hecha, lo cual se agradece mucho siendo española, porque no estamos acostumbrados.

domingo, 1 de noviembre de 2009

After

LLevaba un par de semanas queriendo ir a ver After, la película de hoy, pero me daba miedo que fuera una estupidez. Esta tarde al final me he animado después de leer la crítica que Carlos Boyero, que decía que le había removido por dentro. Es lo que yo me olía que me iba a pasar si iba a verla. Y sí, me ha pasado.

Es una película hecha por alguien de nuestra generación, que sabe de lo que habla seguramente por propia experiencia. Es de agradecer que se haya atrevido a ponerlo en una película y hacerlo de verdad, tiene riesgo. Riesgo para él, y para todos los que vamos a verla y nos encontramos retratados por algunas partes -por todas es imposible - de alguna de las tres historias que se cuentan.

Es bonito eso de mostrar como la misma noche vivida por tres personas son en realidad tres noches distintas. Porque lo que uno hace no es sólo lo que hace en ese momento. Es también lo que le ha llevado a hacerlo, lo que siente mientras lo haces, lo que hará después...

A los tres les une el absurdo del sinsentido. Y a veces pienso, aunque parezca duro, que es ese absurdo de la nada lo que une a mi generación. En el cine pensaba que nos habían engañado a toda una generación, pero ahora que lo pienso mejor no es eso. Nosotros nos hemos engañado solitos. De hecho, si hubiéramos hecho un poco más de caso otro gallo no habría cantado.

O no. Puede que esta pérdida de tiempo y pérdida de sentido tenga una explicación generacional, tendría que pensarlo antes de decidirme. El viernes pasado se celebró el funeral por la madre de FF, que esa misma mañana escribía un artículo en ABC que a muchos nos llamó mucho la atención. Porque es muy bonito, pero sobre todo -a mí al menos- porque es muy verdad y porque desvela una aparente paradoja que no puede serlo.

http://www.abc.es/hemeroteca/historico-30-10-2009/abc/Opinion/historias-de-madres_1131061367742.html

Es precioso, ¿Verdad?

¿Y nosotros? Yo creo que nosotros no estamos tan orgullosos de nuestra generación como lo está F. Nuestra generación está demasiado aburrida como para estar orgullosa, apenas se está dando cuenta de que ese no era el camino, que el que tomó no iba a ningún lado y de que ahora no sabe dónde está ni qué hace aquí. ¿Tiene eso algo que ver con cómo eran nuestros padres y madres y con lo que quisieron trasmitirnos? ¿Podría suceder incluso que por un típico efecto péndulo no hayan dejado más libres de lo que nos convenía, que no nos dieran orientación suficiente porque ellos la habían tenido en exceso?

domingo, 25 de octubre de 2009

El Secreto de sus ojos

Aquí estoy, otra vez haciendo trampas y escribiendo antes de la peli. Hoy encuentro la excusa en el cambio de hora, que está haciendo este domingo eterno, y en que creo que la peli va a ser de las largas y voy a llegar a casa tarde y muerto de cansancio. Vamos a ver -digo "vamos" porque después de mucho vuelve a acompañarme A- El Secreto de Sus Ojos, la de Ricardo Darín que todo el mundo dice que está muy bien.

Por cierto, fui poco expresivo con la película del otro día. Merece la pena ir a verla, sin lugar a dudas, y no creo que aguante mucho más tiempo en el Verdi. Deberían ir a verla los amantes de la música, y muy especialmente los amantes de la fotografía. Y los del cine, claro, y los de los misterios y las miserias y las grandezas del alma humana

Tenía ganas, ya lo dije el otro día, de hablar de cosas que me gustan, de cosas que me sorprenden, de cosas que me cabrean... Llevo ya tiempo, además, haciendo fotos a todo lo que me llama la atención, y pensaba dedicar al menos una entrada del blog a cada una de las fotos que hago. Creo que puede quedar bien, sería una categoría nueva que se llamaría algo así como "pies de foto". Esta es la primera que quería poner:

La foto no es buena, porque el fotógrafo y la blackberry dan para lo que dan. Pero la imagen sí lo es. La hice porque quería que me sirviera para expresar lo que disfruto quedándome por la noche solo con R, leyendo, sin nadie más y sin hacer nada más. Con música bajita de fondo, eso es todo.

Es parajódico porque saber que estamos cada uno tal lejos del otro, cada uno en su mundo, me hace sentirme muy cerca de ella. Cuando tomé esa imagen ella estaba en Howards, la escuela de Magia de Harry Potter, y yo en Egipto. Pero al mismo tiempo los dos estábamos juntos, porque estábamos disfrutando de lo mismo. De hecho yo de vez en cuando interrumpía mi lectura y la suya para intentar sacar alguna conversación interesante, pero con poco éxito. A su madre eso de que nos quedemos los dos hasta tarde no le hace gracia, dice que es un agravio comparativo con sus hermanos. Yo estaría encantado de que se unieran, pero por ahora no disfrutan tanto de la lectura.

De repente me he acordado, al hablar de esto, de los conciertos de los sábados que toda la familia escuchábamos en la radio, en Cercedilla, a oscuras y con la chimenea encendida. También estaba cada uno en su mundo pero también estábamos muy juntos, como R y yo cuando nos quedamos solos, callados, juntos, leyendo.

Ya estoy aquí, de vuelta del cine. Hemos ido al Roxi, en Fuencarral, y se nota la diferencia. Para bien en el tamaño de la pantalla y de la sala, y la disposición de las butacas. Para mal el olor a palomitas, el ruido de gente masticando. Sorprende, acostumbrados a lo otro, que nada más terminar la película se enciendan las luces. Se echan de menos esos tres o cuatro minutos para pensar, o al menos para rumiar.

¿La peli? Sí, es bonita. Pero a mi juicio no mucho más. Me pasa que creo que cada vez me interesan menos las historias y más la gente que vive las historias, y aquí termina la peli sin que sepas gran cosa de los protagonistas, al menos gran cosa de lo que importa. Tiene diálogos muy graciosos, a veces casi de carcajada, pero pasa como con los analuces que cuentan chistes: que siempre te queda la duda de si sería igual de gracioso sin el acento. ¿En Argentina la gente se reirá tanto de esas gracias? Apuesto a que no. Sí está conseguida la mezcla de comedia con drama, de drama con intriga, de intriga con romance. Es un poco de todo, pero como diría JB mezclado, no agitado. El resultado gusta. Si ya se ha visto Still Waking, Frozen River, Despedidas y Let's Get Lost, hay que ir a verla.

Los últimos diez minutos, de todas formas, estaba completamente fuera. Bastante es, por otro lado, que el resto haya estado metido en la historia.

domingo, 18 de octubre de 2009

Ongi Etorri

La gracia típica es que "Ongi Etorri" significa "felpudo" en euskera, pero mi gran amigo G (Único tipo en el mundo que sigue el curso de euskera de Asimil) sabe perfectamente que significa "bienvenido". En este caso,"bienvenida": bienvenida, Itziar.

Acabamos de llegar de SS. Ayer bautizamos a I en el Santuario de la Virgen de Itziar, fue un bautizo precioso. Fue bonito por cómo fue, pero más aún por lo que fue, por lo que hoy significa bautizar a un niño y darle la bienvenida a la Iglesia. Yo soy el padrino, y tengo que admitir que me temblaron un poco las piernas cuando el sacerdote nos pidió a los padres y a nosotros que renováramos nuestra fe y nuestra renuncia al pecado. Si te lo tomas en serio, y yo me lo tomé, es la leche.

Por cierto, me he puesto a escribir antes de ir al cine porque me da a mí que voy a llegar algo cansado y me va a dar horrible pereza hacerlo después. Voy a ir a ver Let's Get Lost, un documental sobre el músico de Jazz Chet Baker que ganó el premio de la crítica del festival de Venecia. Ya veremos qué tal, la cosa promete. (Ya vista, casi a las doce de la noche, tengo que decir que merece la pena, y mucho. Se disfruta la música, se disfruta una fotografía como yo hace mucho tiempo que no veía, y se disfruta pensando cómo se puede ser al mismo tiempo así, y así. Ya la contaré más despacio. O no)

Digo que voy a estar cansado entre otras cosas porque esta mañana he vuelto a correr los 15 km de San Sebastián, un recorrido precioso que el año pasado terminé en hora y veinte y que este año he terminado en hora y veintiseis y con una rodilla bastante maltrecha. Desde el km 8 he estado pensando si seguir corriendo o dejarlo, y mientras lo decidía he llegado a Anoeta. Nada más pasar la meta me he dado cuenta de que iba a estar unos dias arrepintiéndome, no podía ni apoyar la pierna izquierda.

Un par de kilómetros después de la salida, casi en el portal de casa, me estaban esperando R, R y A para recoger una camiseta de manga larga que llevaba puesta por la mañana para no helarme. Pobres, estaban impresionados porque su padre fuera de los últimos, llevaban un cuarto de hora viendo pasar gente. Peor ha sido ahora que les he dicho el puesto en el que he llegado, el 2.749. Tiene que ser duro que de golpe se te caiga el mito de que tu padre corre mucho. Ya les habría costado que llegara el décimo, o el vigesimoséptimo, pero el 2.749 es too much.

Durante esta semana he estado apuntando cosas que he visto, y que me han pasado que he creído que eran dignas de ser escritas aquí. Pero pensándolo mejor no lo voy a hacer - lo dejo para un poco más adelante - y en cambio voy a copiar algo que L y A le han escrito a I, y que vel mucho más que cualquier bobada que yo pueda contar.



DE PADRES A HIJA

Hay cosas, Itziar, que son verdad. Y lo bueno es que hay que descubrirlas. Descubrir que si juntas el amarillo y el rojo, obtienes el naranja; que es mejor ser bueno que ser malo, ser generoso que ser tacaño, tener amigos que ir solo por la vida.


Hay otras verdades que están más escondidas. Al principio, como eres pequeña, queda en nuestras manos ayudarte a buscarlas. Luego, cuando seas mayor, tendrás que hacerlo tú sola. Se pueden encontrar en las personas. En el silencio. En la naturaleza. En la familia. En el trabajo. En la Biblia. En los momentos alegres y también en los difíciles. Depende. Cada uno las encuentra en un sitio. Lo importante es querer buscarlas. No es fácil, pero merece la pena. Porque la historia no está escrita. Has nacido, Itziar, para descubrirlas. Para poder elegir, actuar, amar, y hacer el mundo mejor.


Lo quieran o no, todos los animales y las plantas cumplen su misión como animales y plantas. Sí, no pueden decidir no hacerlo. Nacen, viven, crecen y mueren. Ya está. Pero las personas no. Las personas somos libres. Así que, te guste o no, vas a tener que elegir un fin, vas a tener que buscar una misión que oriente y dé sentido a tu vida. No será fácil, pero nada importante lo es. Y será apasionante, y muy divertido, si te lo tomas en serio. Ojalá, Itziar, lo consigas.


No estás sola. Aquí estamos para ayudarte tus padres, tus amigos, tu familia y ese Dios que hoy, diecisiete de octubre de dos mil nueve, empieza a vivir en tu corazón. Cuando dudes, pregúntale a Él. Siempre va a estar ahí, dentro de ti. Contigo. Nunca te va a gritar para que le hagas caso. La manera de oírle es quedarte en silencio, quererle y escucharle. No dejes de hacerlo.
Buena caza, Itziar.


Hay cosas, Itziar, que son verdad. Es perfecto. Perfecto para empezar una novela, pero mejor aún para empezar una vida., que es de lo que se trata. Si hay cosas en la vida que son verdad todo cambia. ¿Verdad?

Para terminar, unas fotitos del fin de semana, de la Blackberry. Todas mis fotos se parecen, me doy cuenta. ¿Eso es bueno, o malo? A lo mejor todas las fotos que hago no son sino intentos fallidos de esa foto que me gustaría hacer. Espero no hacerla nunca, porque en ese momento no tendrá sentido seguir haciendo fotos.






De esta última me gusta mucho el color, es completamente zuri urdin.

martes, 13 de octubre de 2009

Si la cosa funciona

Martes. Starbucks de Serrano. 07:40. Ayer me faltó voluntad para ponerme escribir al llegar a casa después del cine, esta mañana me he venido pronto –como siempre que vengo en coche- para evitar el atasco de la Carretera de Castilla y Los Bulevares.

Ayer fui al cine, después de pensarlo mucho, pensando en que el título de la última de Woody Allen podía ser premonitorio. Si lo fue o no lo fue no lo sé, porque tampoco sé lo que quería decir con eso de que fuera premonitorio. Sólo que el título encajaba en el día, nada más.

La película es divertida y tiene momentos magníficos. El comienzo es genial, me recordaba a Trainspoting porque también es perfecto para verlo al comienzo de una conferencia sobre el sentido de la vida. Los diálogos son mejores que el guión, en ese aspecto de repente me ha recordado a Barioná, de Sartre. La historia es un poco forzada, muy teatral, y ahora que lo pienso toda la película lo es.

Me fastidió un poco la crítica al cristianismo, a la derecha, a las tradiciones… Me disgustó no tanto la crítica en sí, que era fina, sino la reacción del público. Me gustaría ser escritor para saber describir esa especie de superioridad imbécil con la que la progresía de hoy se descojona de todo lo que no es progre, de lo que se supone que ya está pasado. La de ayer por ejemplo era una risa de masa, no de personas: se reían porque estaban todos juntos y se suponía que tenían que reírse. Y se reían no de la película, sino de lo que los personajes decían o pensaban. Se reían sin saber en realidad por qué, creo, porque se reían de cosas que estando solos todos ellos admitirían que son importantes. Lo de ayer fue un poco parecido a lo que sentí cuando vi Camino, pero menos.

Hablando de escritores y de descripciones, me encontré ayer con una de Pla genial, de esas que uno al mismo tiempo agradece y envidia. Es de Ávila, de su “Madrid, 1921. Esta tarde lo traigo aquí, creo que merece la pena porque se lo leí a A y no puso la cara que suele poner cuando le leo cosas que a mí me parecen especialmente bonitas o divertidas. He ido a Pla impulsado por GM, por T y por DA. Creo que para quedarme, como con el propio GM.

Hoy, por cierto, voy a intentar pasarme por Hiperión a comprar alguno de los libros de poemas de GM, ojalá sea él la puerta a la poesía que hasta hoy no había encontrado. Lo he intentado muchas veces, pero con la poesía siempre me ha pasado como con la Historia. No he sabido por dónde empezar, y cuando he intentado empezar no lo he conseguido.

La novela que terminó por cansarme es Las Aventuras del Joven Soldado Svejk, de Jaroslav Hasek. Es también genial, y con ella me he reído como hace años que no me reía, pero eso de no ir a ningún sitio –y por un camino además tan largo- acaba agotando. Si lo empezara ahora por la página donde lo he dejado seguro que lo disfrutaba, por la novedad, pero me parece a mí que esas últimas cien páginas se van a quedar sin leer.

El fin de semana ha sido muy bueno y puede ser el principio de algo grande Si la Cosa Funciona.

jueves, 8 de octubre de 2009

Lo que ha llovido

Sí, esta mañana ha llovido a mares en Santander. Me ha dicho E que por la calle bajaba una riada de casi 2o cm de agua, con barro y piedras. Pero no, no titulo esta entrada así por eso.

D me regaló el martes un libro con ese título, un libro que recoge algunas de las entradas del blogg de Enrique García-Máiquez entre 2006 y 2008. Es una joya, me está pasando como cuando descubrí a AT, aunque no tanto porque esto se parece un poco a AT. Hoy la azafata del avión no dejaba de mirarme, yo creo que sorprendida porque pudiera sonreir así leyendo un libro, un libro que no tiene ilustraciones no en la cubierta.

Tendría que pasar de la origionalidad, dejar de escribir bobadas y fusilar todos los días algo del blogg de E. Tendría más lectores, y sobre todo haría mucho más bien a los que me leyeran, fueran cuantos fuesen. Al menos hoy lo voy a hacer, espero que ni E ni la SGAE me acusen por esto.

"Poesía es eso cuyo resumen ocupa más que el original. Cuanta mayor desproporción entre resumen y original, más poesía".
Luego nos regala un ejemplo que por sí solo vale el libro, una soleá de Blanco Garza:
Yo no sé cuando es verdad,
si cuando me quieres menos
o cuando me quieres más.
****
Un haiku maravilloso (Nunca antes de hoy había oído esa palabra) de un tal Naojo (Si no pongo "un tal" va a parecer que intento aparentar que sé quién es):

Cortarla es una pena,
dejarla es una pena,
ay, la violeta.

Habría muchos más, pero no sé cuáles escoger y además como me pase me van a acabar multando de verdad. Sólo una, una más, una cita de Borges que sin saberlo llevaba días necesitando, una cita que me ha obligado a cerrar el libro y los ojos para meditarla, para digerirla:
El amor nos permite contemplar al otro como lo ve Dios.

Paro aquí por lo que he dicho pero también porque no logro encontrar otra cita, en este caso de un autor inglés, que venía a decir algo así que la belleza y la diversión son las dos muletas que nos permiten andar esta vida. Seguro que era mucho más bonita, pero no quería dejar de escribir aquí el sentido porque me parece muy verdad.

Estoy escribiendo ya desde Madrid, hoy me he dado cuenta de que me estoy empezando a convertir en un auténtico paleto de ciudad, me he venido no ya con los sobaos de siempre, sino además con un par de kilos de tomates. ¡Pero qué tomates! En Madrid no se encuentran fácilmente, al menos yo no lo he conseguido. Lo peor es que después de tomarme el tomate para cenar, en plan sano, no me he resistido y recordando viejos tiempos me he tomado un sobao con un vaso de leche.
Soy un débil, termino con otra:
La vida son cuatro días.
Cuando se pueda - y se puede
muy a menudo - sonría.

domingo, 4 de octubre de 2009

Hoy no ha habido cine porque nada más llegar a casa me he dado cuenta de que me había dejado el ordenador en Cercedilla, y he tenido que volver a por él. Al final he llegado a las 8 y he preferido irme a correr. Aunque en la Avenida de Europa no se vea ninguna bahía, correr ese rato me deja nuevo, me relaja, de alguna forma me reinicia.

Echo de menos los cinco años famosos, cada vez más. Ahora escribiría no lo que voy a escribir sino lo que de verdad tengo dentro, sabiendo que no lo va a leer nadie y que ya tendré ocasión en el 2014, de pensar si quiero hacerlo público o no. A lo mejor lo que echo de menos es un diario, alguna vez he pensado en abrir otro blog, uno que sólo leo yo. Sería el antiblog.

Si tuviera un diario escribiría, como digo, de lo que tengo dentro: de cómo cuando parece que todo va muy bien en realidad no lo va tanto, y de cómo cuando parece que todo va mal no es tan así. Escribiría de la ansiedad que en el fondo es vanidad, de lo malo y sobre todo de lo bueno que tiene la prisa… Pero no tengo un diario, y estas bobadas lo único que van a conseguir es que la gente se ponga a trabajar y deje de leer.

Esta semana pasada no escribí porque no encontré el tiempo para hacerlo, no porque no hubiera temas. Quería escribir y hablar de la gente tan interesante a la que estoy conociendo, estoy viendo que ese va a ser uno de los lujos de este trabajo. No ha habido una solo de las comidas que he tenido que no me haya servido para algo.
Una de las más divertidas fue la que tuve en La Manduca de Azagra con AT y JMB. Era como vivir una página del diario, de las del género de intrigas literarias. Me gustó el saludo de los dos amigos, que se deben ver todos los días y que lo primero que hicieron fue intercambiarse dos o tres libros. JM me regalo a mí dos, un diccionario de las vanguardias españolas y una catálogo precioso de una exposición sobre… ya no me acuerdo. Yo lo recibía todo con algo de vergüenza, igual que se sentiría un cerdo al que echaran margaritas.

La cosa se puso divertida cuando nos enteramos que a la mesa de al lado venía CAM. Según AT nació tonto, es tonto y morirá tonto. Como ha escrito cosas mucho peores que esa en los diarios cuatro o cinco veces, no se hablan. Cuando llegó, JM se levantó a saludar y él ni miró. Los que venían con CAM, todos conocidos también, sí vinieron a saludar a A. A todo esto, en otra de las mesas estaba JMF, que me dijo que por favor le llamara un día de estos para quedar y contarle mis planes. F es un tío listísimo, mucho más –a mi humilde entender- que el que le ha sustituido. El jueves hablé con CM, su compañero de toda la vida, y me dio a entender que aunque no podía decirlo pensaba lo mismo. Voy a tener que quedar con los dos por separado, y es una pena porque siempre me han parecido una de las parejas más jugosas del panorama político español.

Me estoy dando cuenta de que lo comer en el Barrio de Salamanca y en Santander –que es a efectos de restauración como el Barrio de Salamanca- es un peligro. El martes pasado fui a comer a La Torcaz con MC, y M no es un tipo neutro. Yo como con todo el mundo, sobre todo ahora que necesito ideas, pero quien no lo sepa puede entenderlo mal y asociarme a ese círculo ya para siempre. Pues bien, F en una mesa e IC en otra. Sin escapatoria.

Quiero que esta semana pase rápido, me fastidiaría que lo del fin de semana se estropeara porque me da la sensación – seguro que exagerada – de que puede ser un punto de inflexión.

¿El material más fuerte es al mismo tiempo el más frágil? Me imagino que en la física no, pero en las relaciones humanas y sobre humanas es así. Lo más fuerte es al mismo tiempo lo más delicado y lo más efímero, si te descuidas se te va a la mierda en un pis pas. ¿S, se dice así?

Por último. Enhorabuena, S, por el doctorado. Tú sí que eres doctora, y no esos filósofos de pacotilla que creen que les tienen que servir el café aparte y en tazas de porcelana. Cuanto más saben menos se enteran de nada.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Malditos Bastardos

Iba a empezar esta entrada diciendo que "Malditos Bastardos" es buena, muy buena, pero algo me ha frenado. Porque lo es y al mismo tiempo no lo es tanto. Está muy bien hecha, de eso no hay ninguna duda, es casi perfecta: Brad Pitt está especialmente inmenso, pero todas las actuaciones son excelentes, de verdad que fuera de lo común. El ritmo es trepidante durante las dos hora y media que dura la peli, la música es buenísima, la fotografía inmejorable... ¿Entonces? A lo mejor es como ir en un cochazo por una carretera magnífica... a ningún sitio. Aunque a lo mejor no es así, a lo mejor me estoy volviendo un poco cenizo. No estoy seguro porque lo que sí me ha quedado es una sensación de crudeza real, muy real, que en sí misma puede que sea valiosa. Varias veces en la peli me he encontrado susurrando: ” hijos de puta..."

Me estoy volviendo un maniático. Nada más sentarme me he dado cuenta de que el tipo de al lado podía estropearme la película. Era un tío muy grande que tenía el brazo bien apoyado en el reposabrazos y el codo, directamente, en mi sitio. He hecho un par de amagos de empujarle, pero no ha reaccionado. Como me conozco y sé que podía pasarme dos horas sin pensar en otra cosa, directamente le he dicho que por favor quitara el brazo. Al de delante en dos ocasiones le he tocado en el brazo para que lo bajara, no soporto a la gente que llega tarde y me tapa la pantalla 5 minutos después de empezar… Hoy he salido rápido, porque de repente me ha parecido que el de al lado podía ser JM, y me habría muerto de la vergüenza.

Ha sido esta una semana muy larga, muy intensa y muy provechosa. No volví a Madrid hasta el viernes, agotado, entre otras cosas porque el martes, el miércoles y el jueves tuve almuerzo y cena. La del jueves con AT y M fue la más bonita y también la más fructífera. Primero estuvimos en la sede del Banco viendo los Solana, que no sé si me parecieron preciosos sólo por las explicaciones de A o porque realmente me gustaron. El edificio es precioso, pero sobre todo es excesivo: las puertas, los suelos, las alfombras, las paredes, las mesas... Es el culto al exceso. A estuvo gracioso toda la visita. En la sala del Consejo, la más elegante y formal de todas, dijo señalando a la enorme pantalla: “ahí es donde ven el porno” No pude dejar de imaginarlo.

Comimos en Cañadío, aunque habíamos reservado en el Bar del Puerto. A última hora cambié por el clavo que nos metieron en la cena del día anterior, que fue ahí. No vuelvo, no se come mejor que en el resto pero te cobran, exactamente, el doble que el resto. En el almuerzo hablamos de todo: de Santander, de la Fundación, de Solana, del sectarismo en la política, de los jóvenes, del miedo al compromiso,de los diarios, y sobre todo de planes que aunque parecen locuras puede que no lo sean del todo. Los dos estuvieron muy cariñosos, A llegó a decir que la que se estaba tomando era la mejor merluza que se había tomado en su vida. Se lo agradecí porque era mentira, si hubiera sido verdad no habría tenido mérito.

De los diarios hablamos mucho, es curioso pero me pareció que le gustaba hablar de ello, que no estaba harto. Varias veces, incluso, hablamos de aspectos sobre lo que parece ser casi habían discutido esa mañana. Estuvo, por ejemplo, muy de acuerdo conmigo en que su salvación son los cinco años que pasan hasta la publicación, no sé bien por qué le encantó que lo viera así. También coincidió en que la clave era el equilibrio entre estética y el contenido. En cuatro semanas sale el nuevo tomo, junto al libro “Vidarios” que sobre los diarios han escrito varios amigos.

Me ha gustado verle cómo se ilusionaba con las cosas, cómo se ponía nervioso por momentos, como se iba acelerando. Me recordaba a mí cuando al día siguiente no podía dejar de mandarme mensajes y de hablarme de cosas que sólo tendrán importancia, si es que llegan a tenerla, dentro de cuatro o cinco años como poco. Mañana como de nuevo con él, ya sin M pero con su gran amigo JMB.

Muchos amigos me están diciendo que me ven muy contento, que se me nota especialmente ilusionado. Y sí, lo estoy, ahora lo estoy notando mientras escribo. Sin darme cuenta, durante un tiempo había perdido esa pasión casi infantil, seguramente ridícula a veces, que tiraba de mí y de mí cabeza para adelante con una fuerza especial que ahora siento de nuevo. Tengo que tener cuidado para no acelerarme, es la parte mala de este estado de ánimo.

Mañana es el cumple de A. No me importa decirlo porque cuando lo lea ya lo sabrá: en el desayuno, antes de irnos, le voy a hacer un regalo muy bonito que compré ayer después de darle vueltas durante semanas, un regalo que le prometí hace mucho con la tranquilidad con la que se prometen las cosas que uno cree que nunca tendrá que cumplir. Me encanta hacerle rabiar con lo de los regalos, a ella le da igual lo que le regalen pero a mí hay pocas cosas que me gusten más que comprarle cosas, es curioso. Esta mañana, ya hasta las narices, me decía ¿Pero vamos a ver, tú para qué me haces regalos? ¿Para presumir? Le he preguntado que delante de quién se supone que podría querer presumir, y rápidamente me ha contestado: “de ti”. Parece muy profundo. muy, muy. Aún así yo creo que no, que lo hago sólo porque darle un regalo es como darle un poco de mí mismo, y eso me llena. Pero vete tú a saber.

Por cierto, ¿Recuperaremos la obra de teatro con la que estábamos? Es la segunda vez que G me hace aprenderme un papel y luego me deja tirado…

domingo, 20 de septiembre de 2009

Frozen River

Hace un rato, viendo Frozen River, me he llegado a asustar al pensar en las estupideces por las que nos preocupamos muchas veces, al pensar en la importancia que damos a cosas que no la tienen y en los disgustos que nos llevamos día sí y día no por cuestiones completamente superficiales.

Es raro que me haya pasado eso, ahora que lo pienso, porque para pensar ese tipo de cosas hay que salir por un momento de la película y del mundo que cuenta, para pensar en el mundo de fuera de la sala, ese que llamamos mundo real. Y digo que es raro porque Frozen River consigue –o eso me había parecido- meterte de lleno en el mundo que crea, en ese mundo frío y de color gris donde cada uno de los personajes lucha por lo suyo y por los suyos.

Acabo de googlear el nombre del Director, Courtney Hunt, para ver qué películas había dirigido antes de esta, pero resulta que es su primer trabajo como Director. Lo he buscado porque la película destila algo especial, una sensibilidad y una ternura que no es fácil de encontrar en el cine. Es tierna, sobre todo, la relación entre los dos hijos de la protagonista: en las circunstancias que se cuentan, lo normal en el cine que se hace hoy que es que el hijo mayor hubiera sido un capullo egoísta, y es todo lo contrario.

Por eso decía que en el mundo helado de Frozen River cada uno lucha por los suyos. Esto sí es amor, y no los egoísmos camuflados de la Coixet. Y eso dentro de la dureza de la historia y de algunas de las cosas pasan dentro de la historia, que le tienen a uno en vilo desde que empieza la peli hasta el último minuto. Esta sí que le he dicho a A que se la baje, aunque parece que ahora está con problemas con el Ares. Será nuestro amigo Tedy, que nos habrá metido un virus en el ordenador para que no delincamos.

Ha sido un fin de semana muy bonito. Un fin de semana normal, pero en el que todo ha sido especial. No sé si me explico. Cenar fuera los viernes -como hicimos- es normal, pero la cena de este viernes fue especial. Levantarse tranquilamente el sábado en casa, sin nada que hacer, es lo normal, y aunque eso es lo que hicimos, ayer fue especial. Así pasó un poco con casi todo, y da gusto porque las mismas cosas, vividas con intensidad, son completamente distintas. Es lo que decía el otro día, por lo que por cierto me acusó un lector de plagio: No es lo mismo vivir que vir. No, no es lo mismo, no tiene nada que ver. Vivir es mucho más apasionante, mucho más divertido.


Esta foto está tomada en la pradera de casa, en Cercedilla, hace exactamente 12 años: el 20 de septiembre de 1997. A dice que estoy mucho más joven pero yo me veo igual. Ella no, ella está hoy mucho mejor. Nos lo pasamos muy bien ese día. Empezamos a eso de las 11 y a no fue hasta las 5 de la mañana cuando nos montamos en el Twingo y nos fuimos al Parador de Segovia a descansar un par de días antes de irnos a Marruecos. Me acabo de dar cuenta de que esas fotos no las tengo colgadas en Picassa, esta misma semana lo hago.

12 años. Es todo o no es nada según se mire, o según con qué se compare. Es como cuando A pregunta ¿15 minutos es mucho? Pues para estar debajo del agua sin respirar sí, pero para dormir por la noche no. No, el símil no vale. 12 años de casados son muchos se mire como se mire. Puesto en días son 4380, pero tampoco eso da una idea de lo que es. Tres hijos de 11, 8 y 6 años. Eso sí dice mucho, eso sí da una idea de lo que ha pasado en este tiempo.

Lo hemos pensado mucho estos días viendo a M y a A con I, ellos están empezando ahora una etapa preciosa (y larga, por qué no decirlo) que a nosotros nos da la sensación de haber acabado. A veces nos parece que nos casamos ayer, pero cuando nos queremos da cuenta estamos hablando (como esta tarde) de lo poco que queda para que a nuestros hijos ya no les apetezca venir a Cerce con nosotros, e incluso para que les vuelva a apetecer cuando ya se hayan casado. Sí, no es una exageración decir que ya somos como eran nuestros padres cuando empezamos a tener conciencia de ellos.

12 años, como los whiskies buenos. ¿Fáciles? No, qué va. ¿Pero hay algo que merezca la pena que lo sea? Muchas veces, en el trabajo, he llamado la atención a otros y a mí mismo sobre lo importante que es disfrutar de lo logrado cuando las cosas salen bien. A veces el agobio por lo que queda por hacer no nos deja disfrutar de lo que sí hemos hecho. No nos damos cuenta de que podíamos no haber llegado.

Cuando aquél día 20 de septiembre nos casamos, de lo que se trataba era de llegar a este 20 de septiembre precisamente a donde estamos ahora. Y aquí estamos. Aunque no haya sido mérito nuestro, ni gracias a nuestras fuerzas, porque es el de arriba el que nos ha sostenido a veces contra nosotros mismos y contra nuestro egoísmo, no cabe duda de que nosotros también nos lo hemos currado. Y ha merecido la pena. Y aunque de todo ha habido, claro, en general nos lo hemos pasado bien por el camino y nos hemos reído, que fue lo que nos propusimos unos años antes de ese primer 20 de septiembre en la puerta de los Jesuítas de Serrano.

¿Y ahora? Ahora queda todo por hacer, sí, pero de nuevo: para hacer bueno ese "para siempre" del 97 había que estar hoy aquí.

Y aquí estamos.

Y felices de estar.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

No es lo mismo

No es lo mismo correr que correr, pensaba mientras corría hace un par de horas por la playa de El Sardinero. Salí ayer y he salido hoy, los dos días me ha caído una buena chupa de agua pero los dos días lo he disfrutado mucho, hoy incluso más que ayer. Correr hoy era casi una necesidad, además el agua de la lluvia en vez de molestar me ha ayudado, al llegar al hotel me sentía como si además de correr me hubiera dado un baño.

El recorrido es precioso. Salgo del Bahía por los Jardines de Pereda, y en cuanto puedo me cruzo al muelle. No creo que haya mucho más de un kilómetro hasta Puerto Chico, y la vista de la Bahía –siempre hay barcos entrando y saliendo- hace que parezca mucho menos. Después de Puerto Chico empieza la cuesta arriba, único tramo en el que se pierde de vista el mar. Pero por poco tiempo, enseguida aparece una playa de la que ahora no recuerdo el nombre y luego, después de la Magdalena, el Sardinero con el Cabo Mayor al fondo. Aunque era tarde y no hacía calor, la tentación de entrar en la playa para darme un baño ha sido considerable.

He llegado hasta el Hotel Chiqui y he vuelto por el mismo camino, serán unos nueve kilómetros. La lluvia me ha caído en la cuesta arriba y al final, y como decía he llegado al hotel como recién salidito del agua. Algún día tengo que hacerlo, tirarme al agua desde el muelle. La semana pasada un niño que venía de frente andando, normal, como si tal cosa en 10 segundos se había quitado las zapatillas y la camiseta y estaba volando hacia el agua. Qué pena ser adulto, no poder hacer esas cosas. Estuve a punto de ir al por el traje de baño y volver, pero luego me acochiné pensando en la imagen que se podía llevar de mí si alguien conocido me veía a las siete de la tarde saltando al agua en medio del paseo.

Tengo que seguir, a ver si las rodillas me respetan. No sólo porque me quedo como nuevo, sino por lo útil que es para pensar. Hoy por primera vez se han ido uniendo cosas que llevaban dándome vueltas por la cabeza varias semanas, y que por fin parece que empiezan a tomar cierto sentido. No he querido arriesgarme a que se me olvidaran y me he puesto a escribir antes incluso de ducharme, seguro que lo leo ahora y me parecen tonterías.

Hoy ha empezado el famoso congreso, me recordaba un poco a la época de Iuve. Los nervios del comienzo, los stands, las acreditaciones, las sillas del auditorio, las columnas que tapan… Y eso que yo he llegado sólo a disfrutar, porque estaba todo montado. Qué tiempos aquellos en los que la noche antes nos la pasábamos haciendo muretes con cemento para que no pasara el agua o clavando moqueta. Y poniendo stands con Ginés y su hermano Antonio, creo que se llamaba. Éramos los amos de la carraca. Lo importante era poner bien el primer panel, luego ya “iba mandao”.

He quedado a cenar la semana que viene con AT y con su mujer, me hace mucha ilusión y creo que me pueden ayudar mucho a aclarar algunas de esas ideas que he apuntado hace un rato. Llevábamos unos días intentando encontrar un hueco para vernos y charlar, y resulta que la semana que viene tenían prevista una escapada de fin de verano a Santander. Bueno, nos veremos con el permiso de los más de 2.000 oftalmólogos que tienen copados los hoteles de Santander de martes a viernes. ¡2.000 oftalmólogos! Suena apasionante ¿Habrá muchas oftalmólogas?

Por continuar (aunque de forma desordenada) con la crítica gastronómica que empecé la semana pasada, diré que ya tengo claro cuál es la mejor opción para comer bien (perdón, muy bien) en Santander sin gastarse cantidades indecentes: Cañadío, un restaurante que está en la Plaza del mismo nombre, a dos minutos de la Fundación. El gazpacho, la menestra, las albóndigas de merluza en tempura, la ensalada de bacalao… Todo delicioso. Los chipirones de hoy un poco salados, pero por lo demás excelente. Aunque lo mejor que he comido desde que estoy aquí es, sin duda, el plato de kokotxas de La Bombi. De esas que se deshacen en la boca, de las que podrías comerte decenas sin enterarte. Sencillamente magníficas.

No hago más que repetirlo a todo el que me pregunta que cómo se lleva eso de pasar más de media semana en Santander: puestos a tener que pasar tres días a la semana en algún sitio, no se me ocurre otro mejor que Santander. No tengo nada contra Lugo, León, Tarragona, Lérida, Babajoz o Alicante, pero esto es otra cosa. No llega a ser San Sebastián, pero casi.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Mapa de los sonidos de Tokio

Había que ir a verla, estando en cartel la última de “la Coixet” no tenía demasiado sentido ir a ver otra, y eso que “Frozen River” también tenía buena pinta (luego, al salir del cine, he visto que tiene un montón de premios, así que será la del domingo que viene).

Si nada más terminar la peli me preguntan que qué tal, sin dudarlo digo que bien, que bonita… O incluso que muy bonita. Ahora bien, si me preguntan por qué, o si me dan un rato para meditarlo un poco, la cosa deja de estar tan clara. Ahora pensaba, por ejemplo, si recomendársela a A para que se la baje. No, creo que le voy a decir que no merece la pena. Aunque tampoco sabría decir muy bien por qué.

En algún momento he pensado que es una especie de historia coral de amores que en realidad no son amores, que sólo parecen serlo, que son otras cosas. En ese sentido es un poco triste, porque es un poco vacía. Sí, eso es lo que me ha parecido: vacía. Vacía de… de algo, no sé, de lo que sea que pudiera llenarla. No acaba de pasar nada, y eso no sería un problema si no fuera porque se supone que sí pasa. Me parece que no me estoy explicando, lo siento. Y tampoco quiero exagerar: la película, ya lo he dicho nada más empezar, está bien. La fotografía es muy bonita, aunque dicho así me recuerda a cuando decimos de una tía no muy agraciada que es muy maja.

“Echaba de menos su silencio”. Es una de las frases con las que empieza la película, que me ha parecido una forma muy bonita de explicar lo que da la sola presencia de alguien, aunque esté en silencio, o precisamente porque está en silencio, en un silencio que puede llenar una casa por grande que sea. Según escribo me parece que precisamente eso puede ser lo que le falte a la peli, un silencio que la llene en vez de tantas palabras que la vacían. ¿Demasiado traído por los pelos? Puede que sí.

Me ha gustado mucho la imagen de las tablillas colgadas en el templo, tablillas conteniendo peticiones y deseos. Me ha recordado al muro de las lamentaciones, y a una foto que hice allí que siempre que me ha parecido que aún estando hecha desde muy cerca llegaba muy lejos, al infinito, porque contenía decenas y casi cientos de deseos, de sueños, en realidad de vidas enteras. Es, en ese sentido, una foto profunda. A mí siempre me ha gustado mucho. Está en el álbum de Jerusalen de Picassa, es esta:

http://picasaweb.google.com/lh/photo/e_rux8Pr8yFK5k-acoc9uQ?feat=directlink

Este verano, en Córcega, no hacíamos más que preguntarnos de quién serían esos peazo de barcos que llenaban todos los puertos. Son desconocidos, pensábamos, y cuanto más ricos más desconocidos. Lo leí hace mucho no sé dónde, que los verdaderamente ricos son los que no salen en las listas de Forbes. Pues bien, el otro día en el chino del Villamagna me topé con uno o dos de ellos:

Una venezolana entrada en carnes y bastante despeinada, que claramente formaba parte del séquito del Comandante C, hablaba con un español enorme que le estaba proponiendo un negocio relacionado con el gas que requería de una inversión inicial de “sólo” 600 millones de Euros. A tal efecto estaban creando –sí, creando- un banco de inversión con unos socios panameños y rusos. Otros dos países que salieron en la conversación fueron Jamaica y Quatar. Ella tenía tres móviles encima de la mesa, y él dos. Ella no paró hasta que no consiguió que el camarero le echara un par de hielos en la copa de vino tinto que se estaban tomando. El camarero, no hay ni que decirlo, no sabía a dónde mirar. ¿Cuantos milloncejos se emblosará cada uno si la cosa sale? Más de dos y más de tres, no me cabe duda.

Mañana estoy en Madrid, pero el martes me voy a Santander y ya no vuelvo hasta el viernes por la tarde. Tenemos allí un congreso internacional sobre inteligencia emocional al que vienen los mejores expertos del mundo y al que se han apuntado ¡Y pagando! casi 400 congresistas. 200 de ellos presentarán ponencias. Me apetece mucho, A me decía cuando fui ayer a ver a mi ahijada que a lo mejor aprendo un poco y consigo ser más “emocionalmente inteligente” a la hora de plantear cosas en la familia. A ver, no confío demasiado, yo creo que para esos menesteres ya soy un caso perdido. Lo único que me da un poco de pereza son las cenas, le estaba cogiendo el gusto a eso de irme yo solo a tomarme un pescadito y una ensalada de tomate.

El viernes publicó El Diario Montañés una nota, la verdad mucho más larga de lo que yo pensaba, y con foto, sobre mi nombramiento. Es un periódico local (aunque, como me comentaba C, es importante porque lo lee el jefe) pero no deja de impresionar que lo medios hablen no ya de cosas que ha hecho uno, o en las que uno ha participado, sino de uno mismo y de su nuevo trabajo. Por un lado me gustó, no voy a negarlo, aunque por otro lado habría preferido que no publicaran nada. Es como los aplausos al principio, no hacen sino meter presión. Los aplausos, si corresponden, al final. ¿No?

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Sin control

Esto se nos está yendo de las manos: el pasado viernes en el aeropuerto de Santander FO me dijo con toda naturalidad que seguía mi blog (Yo no había visto a Fernando más de 3 o 4 ocasiones); sólo un día antes el P me había dicho de un tirón se había leído casi desde el final de Stanford; ayer mismo me llegó un mensaje de linkeding más que sorprendente por el que pude saber que J se había convertido en un nuevo lector y que estuvo, dice, leyendo hasta las dos y media de la mañana; y para rematarlo hoy S, como la cosa más normal del mundo, cuando me iba de la Fundación me ha extendido sin mediar palabra un post-it en el que ponía “Filmoteca Cántabra”. El lunes tuve más de 100 lectores, cosa que no recuerdo que haya sucedido antes quitando el día de los churros, y ayer –sin entrada- hubo algo más de 50.

No, no me voy a hacer la víctima diciendo que qué horror. ¿Para qué escribo, si no es para que me lean? ¿Para leerme yo? No, no cuela, es un recurso manido, barato, y poco creíble. Escribo porque me gusta que me lean, estoy convencido de ello no porque lo sienta, o porque sea consciente, sino por eliminación: no se me ocurre otra razón que explique que me haya dado por esto.

Hace un rato, paseando por los Jardines de Pereda, envidiaba a mi admirado AT por esa costumbre suya de publicar los diarios 5 años después de escribirlos, y sólo después de darles un buen repaso. Así cualquiera, así podría escribir yo ahora todo lo que me pasa por la cabeza, con la tranquilidad de que en el 2014 tendría la distancia suficiente como para quitar lo que haya que quitar y dejar lo que se pueda o convenga dejar. Lo de T es una estrategia de supervivencia, sencillamente.

También pensaba en ese mismo paseo, tomando un helado de chocolate y manzana verde, en cuál puede ser el interés de este blog. Y para llegar a una respuesta tiraba de nuevo de mi amigo T. Toda vida es una novela, la mía también. Una novela apasionante con su argumento misterioso, con sus intrigas, con sus episodios oscuros, con sus personajes… Otra cosa es que no sepa, no pueda o no quiera contarla.

Hoy me he dado mi primer baño en El Sardinero. Es una playa familiar: se parece a la de Deba en la arena, en el color y la temperatura del agua, en el tipo de olas, en el tipo de algas. Es curioso lo del agua, te metes y sales nuevo. Nuevo de verdad, ahora que lo pienso por eso debe usarse la inmersión en agua para bautizarse, para nacer a una nueva vida; porque cuando estás dentro, por un momento, desaparece todo lo de fuera. Y al salir eres otro, o al menos eres el mismo pero “reiniciado”. Me he dado dos baños largos, el agua estaba muy buena y además tenía la sensación de que ese baño podía ser al mismo tiempo el primero y el último.

Desde que vine la semana pasada a Santander me está pasando algo extrañísimo: un grandísimo número de hombres que me cruzo por la calle se parecen muchísimo a mi padre, y buena parte de las mujeres son iguales que BMG. No puede ser sino sugestión, pero aunque intento abstraerme y dejarme de bobadas, me sigue pasando. Me siento como en el Show de Trhuman, como si alguien me los fuera colocando delante a posta, y les hiciera salir de las tiendas justo cuando voy a pasar.

He cenado en la Bodega del Riojano, para darle una segunda oportunidad, y sigue sin gustarme. Me he tomado los chipirones por recomendación del camarero, que me han dicho que eran la especialidad. ¡Rellenos de gambas! Sólo hay una razón por la cual se pueden querer rellenar de una especie de pasta de gambas unos chipirones: que no sean suficientemente buenos como para rellenarlos sólo de sí mismos. Es lo que pasaba hoy, además de que más que chipirones parecían sepias, y eso que el mismo camarero me ha asegurado que eran de anzuelo.

Para terminar: acabo de ver que en el hotel ofrecen diferentes tipos de masajes. De aromaterapia, de aceites esenciales, de Bambú escultor (este ya tiene su gracia), de esferas chinas… Hasta ahí todo bien. La sorpresa me la he llevado al descubrir que hay un masaje… ¡¡Cántabro!! El folleto dice, textualmente, que está “destinado a conservar y perpetuar nuestras tradiciones” Dura 50 minutos y cuesta 60 euros. Sin comentarios.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Todo Bem

No he ido al cine porque me he venido a Santander. La semana que viene tenemos un congreso muy importante sobre inteligencia emocional y como iba a ser mucho más útil aquí que allí no lo he dudado. Mañana después de comer me vuelvo a casa, y el miércoles por la noche otra vez aquí. Me imagino que dentro de poco me sentiré en Barajas y en estos aviones de Air Nostrum como en casa. Hoy el avión era mucho más grande, se ve que el domingo vuelve mucha gente de fin de semana.

Sinceramente no pensaba escribir, pero me han pasado dos cosas que al final me han animado, y que así de paso me permitirán contar algo más de esta “vuelta al cole” tan peculiar.

La primera es que a mi lado en el avión se ha sentado una chica muy maja, muy sonriente y muy mona que ha dedicado la mitad del vuelo a leer con toda atención un artículo del Cosmopolitan que se titulaba “Lleva tu orgasmo a otro nivel”. No ha sido una lectura superficial, un repaso en diagonal al uso, más que leerlo parece que lo estudiaba. Yo he intentado concentrarme en la lectura de mis “Aventuras de joven soldado Svejk”, que siguen arrancándome carcajadas de vez en cuando, pero no puedo negar que me ha costado. Cuando ha pasado página y se ha enfrascado en el apartado “aprende a explorarte” he cerrado el libro y he mirado para otro lado. Antes del artículo en cuestión además había calentado motores –nunca mejor dicho- con un test de “personalidad sexual”. Cuando aterrizábamos ya había terminado el reportaje y estaba echando un vistazo al “eróscopo”.

He llegado a Santander a las 10 y media, y para que no me cerraran le he pedido a M que me dejara directamente en el Bar del Puerto para tomar unas rabas y una ensalada de tomate. Las rabas son lo más famoso del restaurante, lo que no sé es muy bien por qué, por no son tan distintas (salvo por el precio) que otras decenas de rabas que ha tomado en otros sitios. El tomate sí estaba de lujo, y además costaba la tercera parte.

En un mesa cerca de la mía estaba cenando, también solo, OE. En este caso normalmente pondría el nombre completo, porque es un personaje público, pero mantengo las iniciales sólo para fastidiar a M. Va por ti, y por tu tripa. Pero a lo que iba, siguiendo una tradición mía y de acuerdo con la poca vergüenza que siempre he tenido, me he acercado a saludar y a presentarme. Ha estado muy majo, le he dejado una tarjeta –manuscrita, de las otras aún no tengo- por si acaso algún día se le ocurre algún proyecto bonito en el que pudiéramos colaborar. Me ha dicho, no sé si en broma o en serio, que estaba de “espía” para ver cómo estaba haciendo las cosas una de las ciudades que compite con la suya por la capitalidad cultural para el 2016.

Estas son las dos bobadas que me han traído al blog esta noche y que me permiten contar, como decía, que la primera semana en este nuevo proyecto profesional ha sido una gozada. Me ha encantado conocer más a fondo los proyectos que tiene la fundación, a través de los cuales se está haciendo una labor preciosa, decidida, callada, constante. Además no pensaba yo que en sólo tres días ya tuviera tantas cosas que hacer, me da la sensación de que eso es un buen síntoma. Espero estar a la altura.

En Santander estoy, por ahora, muy a gusto. A lo mejor la cosa cambia cuando no pare de llover, pero por ahora es una gozada salir por la mañana andando para ir a la Fundación, que está a tres manzanas del Bahía, el hotel en el que me parece que voy a pasar casi la mitad de mi vida laboral. Está muy bien el hotel, por cierto. Es moderno, se desayuna bien y me están poniendo mil facilidades: sólo dejar aquí el neceser, el cargador del portátil, y algo de ropa, hace que los viajes sean mucho más cómodos.

Lo que no sé aún es si por aquí cerca tengo algún cine en versión original en el que pongan esas pelis con recado que tanto me gustan. Si no lo encuentro no me importa tanto, hoy por la tarde he ido a correr y no me han molestado las rodillas, si la cosa sigue bien será una gozada poder ir corriendo a la playa y volver, eso podría llenarme bastante las tardes que tenga que pasar aquí.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Back to school

Ya estoy aquí. En Santander, en el Hotel Bahía, con una luna llena preciosa y un fresquito y una humedad que me traen muy buenos recuerdos.

He tardado en volver, pero en esta ocasión no ha sido por falta de ganas, ni por falta de temas, ni porque me hayan asaltado dudas sobre la continuidad de esta historia. Ha sido una mera cuestión de tiempo: el lunes por la tarde llegamos de Córcega, y desde entonces -antes tampoco- he tenido un rato tranquilo como el de ahora.

En todo este tiempo han pasado muchas cosas, sin lugar a dudas la más importante de ellas ha sido el nacimiento de Itziar García Sáenz de Miera, mi sobrina y ahijada(léase Iciar, pero escríbase tal como lo he hecho). Este es el milagro:



De ese nacimiento escribiré en otra ocasión esta noche no quiero hacer mucho más que una especie de introducción al año, como aborde todos los temas que tengo en la cabeza acabo con mis queridos lectores. Por ciero, acabo de ver que hoy el blog ha tenido... ¡34 visitas! Debe ser el stress post vacacional, o las pocas ganas de trabajar, que a fin de cuentas es casi lo mismo.

Otra cosa importante que ha pasado es que ayer me incorporé a mi nuevo trabajo en la Fundación Botín. Es mi primer cambio de trabajo que verdaderamente lo es, el resto han sido cambios de posiciones y esto no llega a ser un cambio de deporte pero sí es es un cambio de equipo en toda regla. El principio es bonito: muchísima ilusión, nervios, sentimiento de responsabilidad, ganas de hacerlo bien y de pasármelo bien, una miajita de miedo, tiempo dedicado a tonterías, curiosidad por lo nuevo y ganas de aprender de todo, algo de morriña también... Al final, cuando todos estos sentimientos se mezcalan y alborotan me calmo pensando en lo que siempre he pensado: lo único que tengo que hacer es hacer en cada caso lo que crea que sea mejor. Es así de sencillo, no se puede pedir más porque no es posible dar más.

Los lectores que empezaron conmigo en Palo Alto seguro que se acuerdan del "Engage and see" de Burgelman. Pues bien, este que me toca ahora es el tiempo del "see". Mirar. Mirar con interés, con sensibilidad, con inteligencia, con pensamiento estratégico y político, con prudencia pero con valentía, con creatividad, con mucho respeto, y más aún, con cariño.

También ha pasado el verano. Ha pasado Deba, ha pasado Jaca y ha pasado Córcega.

De deba me quedo, por ahora, con tres cosas: 1) Con el sentimiento que se me queda cuando me voy, que se parece mucho a lo que siento cuando llego, que es irracional pero muy humano y que no es fácil de explicar. 2) Con la ilusión de que los niños, y sobre todo R, empiecen a sentir cosas parecidas: la cuadrilla, los amigos del verano que no dejan de serlo porque en invierno se nos olviden, la pena al irse, el sentirse en casa, la libertad de movieentos... y 3) Con la paz que da ver que la policía hace de policía y quita de las calles las fotos de los malos.

De Jaca me quedo con el monte, con el aire, con los ríos... ¡Por Dios qué cursi! Y este año, con los amigos. Nos daba un poco de miedo que Jaca dejara de ser sólo nuestra para compartirla con otros, pero la experiencia de disfrutar las excursiones con los R, los B y los G ha sido maravillosa.

De Córcega me quedo con el verde y el azul intensos, y con un poco de envidia por esos peazo barcos (con los que no sabría qué hacer, todo sea dicho) He subido las fotos a Picassa, por si alguien sigue sin ganas de trabajar o sin jefe, creo que hay 5 o 6 bonitas. De Jaca no he hecho porque no se me da nada bien hacer fotos de paisajes. Me aburren y nunca me convencen, nunca se parecen a lo que veo o no llegan a trasmitirme lo que siento cuando lo veo.

Hablando de fotos, ayer estaba pensando en de vez en cuando podría escribir alguna entrada a propósito de alguna foto de las que hago con la blackberry. Como esta de una pintada que hice ayer en la Glorieta de Ruiz Giménez, y que da no para una entrada sino para una tesis de sociología o de antropología.

Todo. Ahora. ¿No está mal, no? Sólo falta añadir "gratis".

lunes, 3 de agosto de 2009

Cosas que voy a hacer (Up)

Aquí estoy, de nuevo en la terraza de Ave María, haciendo caso omiso de la decisión que tomé el pasado domingo respecto a no volver a escribir en el blog hasta septiembre. Varias razones me han llevado a hacerlo:

Primera

Antes de ayer, aprovechando la única tarde (medio) lluviosa que hasta ahora hemos tenido, nos fuimos en el tren a Zarauz con los niños a dar un paseo, a tomar un helado, y a ver "Up", el último estreno de Pixar. La crítica de El País de ese mismo día se titulaba "Orgasmo Cinematográfico", lo que evita tener que explicar el contenido

La peli es muy buena, la primera parte es a mi juicio genial, y el primer cuarto de hora -que nos hizo llorar a todos, mayores y niños- inolvidable. Además de con el comienzo me quedo con ese "Cosas que voy a hacer" con el que los protagonista titulan la segunda parte de su "Diario de Aventuras". "Cosas que voy a hacer"... Qué bonito, y al mismo tiempo qué peligroso atreverse a poner ese título delante de 10 o 12 págnas en blanco. Porque qué difícil es hacer algo, algo que verdaderamente merezca la pena. Ser creativo, o mejor aún, creador. Es el gran reto, no hay otro que siquiera se le acerque. Lo hablaba hoy con P, que ha venido a verme de camino a Fuenterrabía.

La película además descubre algo que es también muy bonito y muy verdad, y es que casi siempre esas cosas importantes son las que no lo parecen, son las que hacemos sin darnos cuenta, las más que hacerlas las vivimos. Incluso, si se me permite la licencia metafísica, "las que somos". ¿Y yo? ¿Qué voy a hacer, qué voy a vivir, qué voy a ser, a partir de ahora?

Los niños, claro, se quedaron con otro tipo de cosas, mucho más divertidas.

Segunda

Hace un par de horas, en la terraza del Ondar, AZ me repetía que lo que tenía que hacer en este blog es hablar de Deba, de lo que hago aquí, y sobre todo de ellos, de mi "cuadrilla". En broma les he dicho que no podía dejar que se supiera con qué tipo de gente voy, que no podía dejar que ambos mundos (el de Madrid y el de Deba) se cruzaran... Lo decía muy en broma.

A lo mejor vuelvo a entrar en unos días a contar más cosas, pero al menos quiero dejar eso claro hoy: valoro mucho, muchísimo, estos amigos de Deba, de Eibar, de Bilbao, con los que llevo compartiendo veranos casi 30 años. Estoy orgullosísimo de tener esta cuadrilla, y es una gozada llegar cada verano, después de un año sin vernos, y comprobar cómo seguimos teniendo cosas de qué hablar, y cómo no tenerlas (cuando no las tenemos) produce silencios de los agradables.

No sé si aquí soy distinto, creo -espero- que no. De hecho creo que lo que en Deba he vivido, que para que nos vamos a engañar ha sido mucho, me ha influido más de lo que podría parecer en quien soy fuera de Deba. Y me encanta llegar aquí y estar completamente integrado, e integrado de verdad, a los 5 minutos. Además nunca me he sentido atacado o rechazado por ser un "puto madrrrileño", ni cuando he dejado clarísimo lo que pensaba sobre lo que pasa en este país desde hace medio siglo.

Me sentía un poco raro hablándoles de este blog, porque hacerlo es como desnudarse un poco. Algo parecido se me ha pasado por la cabeza pensando que alguno de los nuevos compañeros de trabajo que tendré después de verano han podido bucear por aquí y conocer mis intimidades. Hoy me daba la sensación, no sé por qué, que alguno o alguna de la cuadrilla ya conocía el blog pero no decía nada. Seguramente es una tontería. ¿O no?

Tercera

Ayer apareció en la bandeja de entrada un correo electrónico de Paul Romer, uno de los mejores profesores que tuve en Stanford. Es economista, especialista en economía del desarrollo. Hace un par de años el New York Times le incluyó en la lista de los 25 estadounidenses más influyentes del mundo.

Me ha pedido que le traduzca una conferencia al Español, le he contestado que lo haré encantado y le he dicho que querría hablar más despacio con él, está metido en un proyecto interesantísmo de desarrollo en África y creo que puede tener muy buenas ideas. Espero que este mail traiga cola, y que el tema vuelva a parecer por aquí en unos meses.

Cuarta (Y última)

Hoy ha presenciado A una escena en Masillo que por sí sola merecía esta entrada. Masillo es el quiosco donde compramos el periódico todos los días, toma el nombre de su dueño. Hay otro, pero a ese no vamos porque es dueño es hachebero, o borroka, o como se le quiera llamar.

Pues bien, la cuestión es que ha entrado una señora en Masillo, y Masillo sin mediar palabra le ha tendido el Gara. Ella con toda naturalidad ha dicho que no, que su marido no estaba en casa, a lo que Masillo ha respondido directamente recogiendo el Gara y dándole a la señora el ABC. Sin que hiciera falta explicar más, la señora ha cogido su ABC, lo ha pagado y se ha ido tan contenta.

El ABC y el Gara en la misma casa, y sin que ni a Masillo ni a la señora parezca importarles. A lo mejor ni siquiera les parece raro. ¡Qué complicado es esto! Aunque por otro lado es tan sencillo...

domingo, 26 de julio de 2009

Primer tiempo de saludo

Una de las chicas de Becas Europa le preguntó el viernes al Príncipe si pensaba que en España podía instaurarse la Tercera República. Para empezar, no está nada mal tener unos príncipes a los que se les puede preguntar eso sin que quede raro, sin que haya un solo gesto de incomodidad.

“Yo lo que he jurado es la Constitución”, dijo el Príncipe,” no lo que la constitución dice”. Si el pueblo español decide que la monarquía parlamentaria está agotada, quiere otro sistema, y cambia la Constitución, pues “primer tiempo de saludo y a otra cosa”. Lo dijo tranquilamente, con toda paz, sin aspavientos y sin un solo atisbo de afectación ninguna. Se notaba que verdaderamente quería decir lo que dijo.

Yo nunca había oído esa expresión, pero sonó precioso. Sonó como tenía que sonar. Reflejaba además la vocación militar del Príncipe, una vocación de servicio –verdadero servicio- que no es tan fácil encontrar.

Cuando hace algún tiempo pensé en dar un giro a mi vida profesional, la primera carta que envié la dirigí al Príncipe. Y no es por Monárquico, sinceramente ese es un término que no sabría definir bien. Es porque después de ya muchos encuentros con el Príncipe me doy cuenta de lo que un Rey como él puede hacer por nuestro país. ¿Por qué? No sabría decirlo. Sí, no me importa admitirlo, le admiro. Me da la sensación de que si España necesitara alguien que hiciera las funciones que hace un Rey, y el gobierno le encargara la búsqueda a Korn Ferry o a Spencer Stuart, D. Felipe sería el primer candidato para ganarse el sueldo que ofrecieran.

Además estuvo muy cariñoso conmigo, como siempre. Yo le había contado unos días antes, por carta, mis inmediatos cambios profesionales, y al final de la audiencia me pidió que me quedara un momento para “comentar la jugada”. Me imagino que más que por interés lo hace por agradar, y verdaderamente agradó. Yo se lo agradecí, no sé bien por qué aunque espero que no sea por vanidad.

Estoy en Deba, en la terraza, decidiendo si esta va a ser la última entrada del curso. Yo creo que sí, que será mejor retomar con fuerzas en septiembre en vez de seguir con esta intermitencia que ha caracterizado el mes de julio. El primero domingo que fallé lo hice porque fue el día en el que cerré el cambio profesional que ya todos mis lectores saben, y luego he seguido fallando sobre todo porque las cosas que me ocupaban la cabeza no las podía contar.

Así que en septiembre nos vemos. Voy a echar de menos, por ejemplo, los comentarios anónimos. Sobre todo los más misteriosos, como el que ha llegado hoy a la entrada “despedidas”. Me gustan porque además lógicamente yo siempre les doy identidad de admiradora secreta y eso anima mucho.

Espero que el nuevo reto profesional al que me voy a enfrentar – la Subdirección, el Desarrollo y la Comunicación de la Fundación Botín, por si hay algún despistado que aún no lo sabe- me dé temas para el blog. Yo me imagino que sí.

domingo, 12 de julio de 2009

Despedidas

Esta tarde me ha dado miedo que me hubiera pasado con el cine lo que en su día me pasó con las magdalenas, o lo que temo que me pase en breve con las gelatinas de fresa. Que un día, por las buenas, sin saber por qué, o seguramente por empacho, me harte.

La oferta no animaba demasiado, pero al final me he decidido por "Despedidas", una película japonesa que algo tendría si había ganado el Óscar a la mejor película en habla no inglesa. Además de repente he caído en que el título podía querer decirme algo, que podía ser un giño del destino. No lo ha sido, porque el tema nada tenía que ver con las despedidas que yo tenía en la cabeza, pero ha merecido la pena.

Primero, por retomar una costumbre que me da mucho siempre que logre evitar que se convierta en una esclavitud. Y luego porque la película es muy bonita, y tiene algunos momentos verdaderamente preciosos. A ratos es drama y a ratos es comedia. Habla, como todas, de la vida, pero esta lo hace desde la frontera de la vida, desde la muerte. Lo hace con ternura, con cariño, con esa elegancia y esa suavidad japonesas que tanto nos admira a los occidentales. Qué bonito es, y qué lleno de signidicado está, ese gesto de entregar -y recoger- las cosas importantes con las dos manos. Y las reverencias.

El otro día, viendo en la tele una persecución por las calles de San Francisco de una película de acción, una de esas persecuciones eternas en las que varios coches de policía se van estrellando mientras el malo -a lo mejor era bueno, no lo sé- logra escaparse dejando trozos de coche por el camino. Comentábamos que es curioso que llamen películas de acción precisamente a las películas en las menos acción, en las que no pasa absolutamente nada, nada que importe, nada que signifique nada.

Está siendo curioso este mes de julio, el primero que me quedo en Madrid desde hace muchos años. No me he ido a Stanford, ni a Cartagena, ni a Becas LIDER, ni a Becas Europa, ni siquiera al un curso de verano en el Valle. No me he movido de Pozuelo, pero en cierto sentido está siendo más movido que si me hubiera ido a cualquier sitio.

Hoy pensaba, viendo la peli, en lo difícil que es concretar qué es la vida y en qué tiene sentido gastarla, y si es necesario que tenga sentido aquello en lo que la gastemos. Y en concreto pensaba en el trabajo, porque el protagonista de hoy se da cuenta al cabo de mucho tiempo que su carrera como músico había dejado de llenarle, y encuentra "su profesión", la que le llena, allí donde nunca había pensado encontrarla. Y pensaba yo, viéndole, en lo fácil que es que utilicemos el trabajo -también el trabajo- como una huída de la vida, como una excusa para no mirar a cada día a la cara, de frente, y decidir qué hacemos con él.

Pero no es tan fácil, porque si el trabajo es una huída también lo sería todo lo demás. Y la experiencia nos dice que no tiene que ser así, que de hecho normalmente no lo es. Qué gusto es tener tan cerca la experiencia, la realidad, para desfacer pajas mentales. No hay nada peor que dejar al coco que dé vueltas el sólito, sin fijarse en un punto concreto de la realidad, para marearse y no llegar a ningún sitio.

Yo siempre he trabajado en el mismo sitio, y por eso me cuesta pensar en una vida en la que el trabajo ocupa sólo el lugar de proporcionar recursos para vivir. Para mí, en buena medida, trabajar ha sido vivir y vivir ha sido trabajar. Trabajando, vivía. Y hacía ambas cosas, creo, intensamente.

¿Cambiará eso? Espero que no, confío en que no. Espero, casi sé, que sobre todo dependerá de mí, de cómo me lo plantee, y de si logro currarme la humildad suficiente para olvidar nuestra condición de pinceles.

Y hablando de otra cosa... ¡El sábado a Aurrulaque! ¿Alguien se apunta? Es una marcha por la sierra de Madrid, un poco reivindicativa, que mi señor padre lleva organizando más años de los que cree, y que puede convertirse en un plan apetecible para ir con los niños a pasar el día al monte.

domingo, 5 de julio de 2009

La vida es la película

No es fácil saber por qué pasan las cosas: si suceden por azar resulta extraño cómo luego, a toro pasado, somos capaces de encontrarles unidad y sentido, y si suceden porque Dios quiere es curioso cómo ha querido que sucedan. ¿Y si sucedieran porque nosotros queremos que lo hagan?

Hace ya 20 años que DS y MdlC fueron a ver a mi padre para pedirle dinero. No sé, la verdad, cómo supieron de su existencia o de la de la Fundación que dirigía. No debió ser mucho, pero algo les debió dar para esa cosa rara que se llamaba TecnHoCencia.

El año 89 esa gente de Iuve trajo a Stefen Hawking a Madrid, a hablar de su teoría del Big Bang. Fue el año en que yo empecé la carrera de Físicas. Debió ser, ahora que lo pienso, un 2 de noviembre, porque ese mismo día me examiné del examen práctico del carnet de conducir (Sólo seis días después de cumplir dieciocho años, batiendo así el record de la autoescuela).

Yo había pasado unos años malos, que no llegaron a ser malísimos gracias a la buena influencia de MC, y me imagino que mi padre vio en la visita de Hawking una oportunidad para yo hiciera algo útil, o al menos distinto. Me invitó a la conferencia, que era en Medicina, y le acompañé. Un sol radiante me pilló a las 11 de la mañana con gabardina y paraguas porque a las seis de la mañana, cuando me había levantado, llovía a mares.

No tengo ni idea de lo que dijo Hawking, ni siquiera sé si le escuché. De aquél día sólo me acuerdo de mi "edecán", AG, de GA que hacía de traductor de Hawking, y de cómo el propio Hawking tardaba cinco o seis minutos en contestar, a través del ordenador integrado en su silla, a la pregunta ¿Cómo está, profesor Hawking? Es una situación curiosa, porque queda feo ponerse a hablar antes de que conteste, pero 5 minutos son muchos para que 10 personas estén calladas y mirando a un tipo torcido sobre una silla de ruedas hasta que una máquina manipulada con su dedo meñique logra decir "bien, gracias".

Despuès de lo de Hawking yo seguí a lo mío, en aquellos primeros meses aún ilusionado con la idea de ser físico, dedicarme a la climatología e irme a vivir a una estación científica al Polo Norte.
Pero mientras tanto, o seguramente antes de todo esto, mi padre fue a Rusia a hacer vaya usted a saber qué, y allí conoció al Rector de la Universidad de Leningrado. Debió invitarle a venir, porque en primavera el Rector vino a España y mi padre, que no sabría qué hacer con él, me pidió que me lo llevara al Escorial y le enseñara el monasterio. No es que yo fuera demasiado buen hijo, pero por alguna razón que ahora no recuerdo le hice el favor.

Y al poco tiempo me llama un tal Daniel Salas, de parte de mi padre. Resulta que es el Presidente del Injuve, o algo así, que quieren invitar a un tal Boris Yeltsin, que es ruso, y que creen que yo les puedo ayudar porque soy amigo del Rector de la Universidad de Leningrado. Un poco cogido por los pelos, me doy cuenta ahora, pero la cosa funcionó y allí me presenté, en la calle San Bernardo, preguntando por ese tal Daniel. La primera cara que vi en aquella oficina que terminó siento mi casa casi más que mi casa fue la de E.

Pasé al despacho de Daniel, que era Sada y no Salas y que por aquél entonces tenía gafas de culo de vaso y no más de 26 años. Un despacho que al cabo del tiempo llegaría a ser mi despacho. No sé qué rollo me contó, pero enseguida pasé a formar parte del Departamento de Congresos y Debates. Si esa peña supiera a qué me dedicaba yo cuando no estaba en Iuve...

Enviamos una carta a Boris Yeltsin, a la dirección "Kremlin. Plaza Roja. Moscú" Creo recordar que a través de su hija, que hablaba francés, llegó a aceptar la invitación pero que al final no vino porque el curso al que le invitábamos nunca se celebró. Después me tocó buscar al Dalai Lama, también para invitarle a un congreso, pero era un poco difícil porque el único objetivo de ese señor en aquellos años era que no le encontrasen. LLegué a ponerme en contacto con el Director de Márketing, o algo así, de Citroen, para preguntarle de dónde habían sacado los disfraces de los lamas del famoso anuncio de la tele.

Pero lo importante no es eso, lo importante es que sin saber muy bien cómo ni por qué, aquél científico tetrapléjico que más adelante se escapó con su enfermera, el Rector Ruso, Daniel Sada, mi padre, Boris Yeltsin y los lamas me acabaron liando. Y en ese lío seguimos estando, 20 años después. Mi vida, la que finalmente ha sido mi vida, empezó en buena medida allí.

¿Y todo porque sí, por azar? No, por azar no es. Detrás de todo esto hay actitudes e intenciones muy claras de personas con nombres y apellidos, respuestas a llamadas muy concretas.

Y si eso no fue por azar, ¿Por qué lo van a ser otras cosas?

Pero si nada sucede por azar, ¡Qué responsabilidad!

¿No?