martes, 15 de diciembre de 2009

La Ventana

Falsa alarma, aquí estoy. Siento defraudar a los que ya se habían hecho ilusiones de que sin decir ni mu hubiera dejado esto del blog.

Estoy pensando, mientras escribo, en si miento o no al decir que esta ausencia se ha debido a la falta de tiempo. ¿Realmente no he tenido media hora para escribir? No, creo que no, no media hora tranquila. El día que podía haberla encontrado, antes de la cena con VT, opté por irme a correr porque tampoco a eso le he podido dedicar el tiempo que habría querido.

El día de la cena fue el jueves. Miércoles, jueves y viernes de la semana pasada fueron días muy dedicados al arte, la parte de mi nuevo trabajo que me era menos familiar y una de las que más me está gustando. El miércoles nos vimos con MZ, el jueves cenamos con este V y el viernes tuvimos la comisión asesora de arte que terminó con la compra de un Kounellis que después de unas semanas hasta me terminó gustando. B me invitó incluso a colgarlo en el despacho, y me lo estoy pensando, aunque parece que las planchas de hierro pueden pesar demasiado para el revestimiento de madera. Habrá que buscarle un sitio, puede además que tenga más fuerza solo, fuera de la exposición.

T es un tipo interesantísimo. Me recordaba mucho a FA, el famoso cocinero, por cómo sus ideas corren más que sus palabras, por cómo se atropella para que no se le escapen y para que no se le acumulen, parece que tiene que quitárselas de encima para que hacer sitio a las que llegan. Es un experto en vino, dicen que de los mejores entre los aficionados, y da gusto verle elegirlo, pedirlo, probarlo. Eligió un tinto tarraconense, un vino kosher. La primera vez que le oí decirlo no le hice mucho caso, pensé que se refería a un tipo de uva, o a una característica del color, de la textura... Lo repitió un par de veces, y ya no aguanté, corrí con el riesgo de - una vez más - parecer imbécil: ¿Kosher? Sí, kosher, elaborado para que puedan beberlo los judíos. ¿Pero no habías dicho que era de Tarragona? Sí, pero de una bodega que hace unos años siguió el consejo de unos americanos sobre la oportunidad de crecimiento que podían encontrar en ese mercado. Kosher o no, estaba buenísimo. Me hizo pensar en que a lo mejor es una bobada esa manía que me ha dado por los cavas y los blancos.

El viernes por la mañana se fue en la reunión de la Comisión Asesora, una ocasión para aprender y para descubrir que no tengo ni idea de arte. No, no está bien, el verbo no es descubrir porque ya lo sabía (que no sabía) El verbo adecuado podría ser sufrir, o admitir; aunque significan cosas distintas los dos valen.

Todo esto pasó en la parte de la semana que fue laborable. El puente también fue cántabro, pero en familia. Nos fuimos con los niños y gracias al viaje ahora, cuando me voy para allá, A me mira con envidia: ya sabe lo que es Santander, ya le pone cara. Además se creerá, seguro, que me voy para hacer lo que hicimos con ellos: coger la pedreñera, comer rabas y pizza, ir a Cabárceno a ver tigres y a no ver hienas, meterme en el Hipercor más grande y más agobiante que he visto en mi vida. A Pedreña fuimos a comer, conseguimos mesa porque cuando ya habíamos perdido toda esperanza salió de la cocina, como una aparición, MAR. Estaba ahí, aunque cueste creerlo, haciendo un revuelto de setas que es su especialidad y que se iba a comer con el dueño del restaurante. Los probamos, estaban realmente bastante ricos. La aparición nos vino muy bien, porque sirvió para que apareciera una mesa buenísima preparada, casi como reservada, para nosotros. Los niños también pudieron comprobar, en esta corta estancia, algo que dada su experiencia donostiarra no dejaba de ser sorprendente: en Santander se habla español.

Iba a hablar ahora de esta semana, como si ya hubiera pasado, y estamos solo a martes. Y es que cada día parece una semana; una semana además variada, intensa, casi siempre sorprendente porque casi nunca termina como parecía que iba a hacerlo. Mañana es un día importante. Hoy lo ha sido. Y ayer lo fue.

¿Y lo de "La Ventana" que titula la entrada? Es el título también de la película que vi el martes pasado. Una pequeña joya, una especie de miniatura que hay que ir a ver. Ya ha pasado una semana desde que la vi y aunque no me acuerdo de cómo era la música la sigo teniendo dentro. La música y algunas imágenes que se me quedaron grabadas. Sobre todo una, preciosa, en la pradera.