domingo, 19 de octubre de 2008

Camino

Ha sido un domingo movido. He recorrido, en total, 487 km: 15 corriendo y recorriendo San Sebastián, en 1h 23m; 450 en coche, desde San Sebastián a Pozuelo, en 4h justas; y finalmente 22 en moto, para ir a ver "Camino" a los Renoir de Majadahonda. Esos últimos me los podía haber ahorrado.

Me he salido a la mitad no porque me sintiera incómodo, que también, sino sobre todo por no perder el tiempo, porque estaba claro que en la hora y veinte que quedaba no iba a aprender nada nuevo, ni sobre el Opus Dei ni sobre nada. En la moto, de vuelta, lo que sentía era rabia: no es fácil que un tipo inteligente como Fesser se dedique a hacer una película sobre algo tan interesante como el Opus, y por eso esta superficialidad es sobre todo una oportunidad perdida.

En el coche me he metido con D.A. por haber criticado la peli en su blog sólo por el trailer, sin haberla visto, y ahora toca arrepentirse y retirar lo dicho. Una vez vista es muy fácil imaginarse el trailer, y seguro que de esos 3 o 4 minutos se pueden sacar las mismas conclusiones que de la hora larga que yo me he tragado.

Lo que hace Fesser es al mismo tiempo ridiculizar y demonizar el Opus - y por extensión la Iglesia - con los típicos tópicos sobre los que nadie puede pedirle explicaciones, entre otras cosas porque al principio se encarga de dejar muy claro que la historia está "inspirada en hechos reales". "Inspirada"... Es la coartada perfecta para decir lo que le dé la gana sin tener que ser fiel a nada.

La historia ridiculiza al Opus dando forma a la "típica" madre beata, imbécil y manipuladora que no piensa en nada más que en la religión y cuyo único interés es comer el coco a su hija para que se haga numeraria, tirando de los tópicos fáciles de no dejarle leer cosas normales o estar con chicos, o ponerse ropa bonita... Pero lo peor es que lo demoniza contándonos cómo todo eso vuelve completamente loca a la niña, que acaba atormentada por las pesadillas con un ángel de la guardia demoniáco que le separa de todo aquello que merece la pena en la vida, que es lo que querría hacer si su madre no se lo impidiera.

Pero no sólo es el Opus lo que deja por los suelos, sino la propia fe.

En el resultado de cualquier comunicación influye tanto el mensaje como -además de otras muchas cosas- el emisor y el receptor del mismo. Si Fesser no quería ridiculizar el hecho religioso en sí tenía que haber tenido en cuenta quiénes iban a ir a ver su película. Daba un poco de pena, y también ponía de mala leche, asistir a las reacciones tan tontas de las no más de 50 personas que había ante una escena en la que la niña ofrece su dolor y pide ayuda para superarlo. O ante otra en la una monitora habla a unas niñas sobre la vocación como llamada.

En resumen, nada vale para nada porque lo que en la película no es esperpéntico "per se" lo convierten en esperpéntico los prejuicios de quienes están viéndola.

Yo no conozco bien el Opus Dei. Aunque no me atrae especialmente, mis prejuicios sobre sus miembros son más positivos que negativos porque compartimos lo más valioso que tenemos. Esos prejuicios han venido confirmándose, poco a poco, por todas y cada una de las personas del Opus a quienes he conocido. A lo mejor es que he renido muchísima suerte, pero no he conocido a nadie como esa señora meapilas, amargada e insoportable de Fesser. Pero claro, a Fesser no le puedo decir nada porque él no está retratando a nadie concreto, sólo se está "inspirando" en hechos reales (o que él considera reales, que por lo que he oído muchos dicen que no lo son)

No sólo ha hecho una película superficial perdiendo la oportunidad de hacer una película profunda, no sólo ha hecho una película mala pudiendo haber hecho una buena, lo peor es que pudiendo haber hecho una película valiente ha hecho una película cobarde.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Fesser está currando a tope para promocionar publicitariamente su peli.

Después de las broncas que ha armado con la familia de la niña, a la que maltrata con verdadera mala leche, este fin de semana -qué casualidad, precisamente este fin de semana, tan decisivo económicamente para su película- escribe una carta al opus.

¿No podían dejarnos a los espectadores que sacásemos nuestras propias conclusiones sin tanta publicidad?

¡Lo que tienen que trabajar los directores de cine para que el personal hable de ellos y vaya a ver sus pelis!