25 billion dollars

Tiene que ser una experiencia curiosa dirigir una institución en la que el dinero no es nunca un problema. La verdad, creo que yo me sentiría perdido. Me parece más difícil que trabajar con recursos limitados, porque es esa limitación la que de alguna manera te obliga a tomar decisiones, y de esta otra maner no hay excusa posible para no ser el mejor, si no lo haces bien es culpa tuya y sólo tuya.

No sé cuánto costaran las 350 hectáreas de terreno que tiene la Universidad en una de las mejores zonas de California, pero sin tener eso en cuenta tiene unos activos que superan los 25.000 millones de de dólares. En esa cantidad tampoco están contadas las patentes que posee, porque se han desarrollado aquí y esas no se contabilizan (Machetti fliparía con la contabilidad que estoy aprendiendo). Tiene muchas, y alguna de ella –como la licencia de un motor de búsqueda que se llama google, o algo así – debe valer dinerito.

Sus ingresos anuales son 3.200 millones de dólares para 14.000 alumnos. De esos ingresos, sólo el 12% provienen de los estudiantes. De los intereses de su fondo de inversión le llega el 22%, de los ingresos por donativos el 6%, de servicios hospitalarios el 12% y lo que más me ha impresionado es que el 34% le llega de fondos estatales para la investigación.

Hemos tenido –en realidad he tenido una discusión interesante en clase. Entiendo que el estado quiera gastar sus fondos de investigación y desarrollo allí donde son más productivos, pero lo que no acabo de entender que sobre el coste directo de la investigación, del que la Universidad no tiene que dar cuenta alguna, Stanford le carga al estado un 58% de overead, para gastos generales. Felix sería feliz… Solía cobrar un 78%, pero hubo un escándalo hace unos años que le obligó a bajar el porcentaje. Parece ser que sólo hace unos meses ha comenzado un debate sobre qué sentido tiene que una universidad con estos números cobre a los alumnos, por año, cerca de 40.000 dólares de matrícula.

Todo esto lo hemos visto en clase de contabilidad, porque hemos estado estudiando la forma de contabilizar los costes indirectos, usando precisamente el presupuesto de la Universidad.

Y hoy hemos empezado la clase de ética, hemos empezado jugando contra un ordenador a algo parecido al juego del prisionero, para luego hablar sobre… en realidad sobre nada. Pero parece un tipo muy majo que además me va a poner en contacto con Dough Mcadam, que es uno de los mayores expertos del mundo en movimientos sociales. A ver si me ayuda a renovar mi clase del Master, y sobre todo a ver qué le parece mi idea de aplicar las herramientas de creación de identidades colectivas al mundo empresarial y en concreto al márteking.



No falta de ná. Este es el cacharro para votar en el juego, al lado del Starbucks Cofee que me ayuda a mantenerme atento toda la mañana.

En el grupo de trabajo de hoy casi me vuelvo loco, eso de ser el líder pero no poder realmente dirigirlo me cuesta horrores. Hoy Tony, que es uno de los tipos más cuadriculados que he visto nunca, me ha sacado de quicio. Nos ha tenido una hora intentando llevarnos hacia una forma completamente absurda de presenta r el caso de mañana, pero como no me hacían demasiado caso y no quiero resultar dominante, sencillamente le he dejado que se estrellara, cosa que ha terminado sucediendo.

Ya somos 22 para correr la media maratón de San Francisco, y hemos conseguido registrarnos para la primera parte que es la que cruza la bahía por el Golden Gate Bridge. He conseguido que nos lo pague el comité de alumnos, y uno de los participantes va a hacernos unas camisetas especiales.

El entrenamiento va a consistir en 3 días de carrera rápida de media hora por la mañana, dos días de ejercicios de fuerza, un día de descanso y un día de carrera larga y más lenta. No está de más comentar, por cierto, que para hacer el ejercicio diario me tengo que levantar a las 5:50. La primera semana está bien porque el cambio de hora ayuda, pero hoy ha sido duro.

Por cierto, Amparo, te quiero mucho. Mucho.