martes, 13 de octubre de 2009

Si la cosa funciona

Martes. Starbucks de Serrano. 07:40. Ayer me faltó voluntad para ponerme escribir al llegar a casa después del cine, esta mañana me he venido pronto –como siempre que vengo en coche- para evitar el atasco de la Carretera de Castilla y Los Bulevares.

Ayer fui al cine, después de pensarlo mucho, pensando en que el título de la última de Woody Allen podía ser premonitorio. Si lo fue o no lo fue no lo sé, porque tampoco sé lo que quería decir con eso de que fuera premonitorio. Sólo que el título encajaba en el día, nada más.

La película es divertida y tiene momentos magníficos. El comienzo es genial, me recordaba a Trainspoting porque también es perfecto para verlo al comienzo de una conferencia sobre el sentido de la vida. Los diálogos son mejores que el guión, en ese aspecto de repente me ha recordado a Barioná, de Sartre. La historia es un poco forzada, muy teatral, y ahora que lo pienso toda la película lo es.

Me fastidió un poco la crítica al cristianismo, a la derecha, a las tradiciones… Me disgustó no tanto la crítica en sí, que era fina, sino la reacción del público. Me gustaría ser escritor para saber describir esa especie de superioridad imbécil con la que la progresía de hoy se descojona de todo lo que no es progre, de lo que se supone que ya está pasado. La de ayer por ejemplo era una risa de masa, no de personas: se reían porque estaban todos juntos y se suponía que tenían que reírse. Y se reían no de la película, sino de lo que los personajes decían o pensaban. Se reían sin saber en realidad por qué, creo, porque se reían de cosas que estando solos todos ellos admitirían que son importantes. Lo de ayer fue un poco parecido a lo que sentí cuando vi Camino, pero menos.

Hablando de escritores y de descripciones, me encontré ayer con una de Pla genial, de esas que uno al mismo tiempo agradece y envidia. Es de Ávila, de su “Madrid, 1921. Esta tarde lo traigo aquí, creo que merece la pena porque se lo leí a A y no puso la cara que suele poner cuando le leo cosas que a mí me parecen especialmente bonitas o divertidas. He ido a Pla impulsado por GM, por T y por DA. Creo que para quedarme, como con el propio GM.

Hoy, por cierto, voy a intentar pasarme por Hiperión a comprar alguno de los libros de poemas de GM, ojalá sea él la puerta a la poesía que hasta hoy no había encontrado. Lo he intentado muchas veces, pero con la poesía siempre me ha pasado como con la Historia. No he sabido por dónde empezar, y cuando he intentado empezar no lo he conseguido.

La novela que terminó por cansarme es Las Aventuras del Joven Soldado Svejk, de Jaroslav Hasek. Es también genial, y con ella me he reído como hace años que no me reía, pero eso de no ir a ningún sitio –y por un camino además tan largo- acaba agotando. Si lo empezara ahora por la página donde lo he dejado seguro que lo disfrutaba, por la novedad, pero me parece a mí que esas últimas cien páginas se van a quedar sin leer.

El fin de semana ha sido muy bueno y puede ser el principio de algo grande Si la Cosa Funciona.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sólo te ha faltado decir: "la gente se reía de su propia ignorancia". Un comentario desafortunado. La gente en verdad se reía porque los chistes eran buenos.

Iñigo dijo...

La verdad es que es lo que quería decir, que a veces se reían de su propia ignorancia, y que en una conversación tranquila ellos mismos se darían cuenta de que no sabían de qué se estaban riendo.

Otras veces, claro, se reían de los chistes, que eran muy buenos.