miércoles, 15 de abril de 2009

Para perder la calma

Monseñor Uriarte y El “debate” del aborto,
dos motivos para perder la calma


Me ha costado unos días encontrar qué tenían en común estos dos temas sobre los que quería –casi necesitaba- escribir pero para los cuales me costaba encontrar un punto de unión, algo que justificara meterlos en el mismo saco y en la misma página. Esta mañana leyendo la prensa lo he descubierto: es el desasosiego que causan, la sensación de impotencia que proviene de no poder o saber hacer nada contra algo que está tan rematadamente mal.

Empecemos por Uriarte, que en estas semanas nos ha regalado declaraciones al más puro estilo de un político en campaña sobre la necesidad de estar cerca del sufrimiento de las familias de los presos y sobre los derechos de los pueblos que es necesario defender para alcanzar la paz. Y la primera pregunta es, Reverendísimo, obvia: ¿No tiene usted otra cosa que hacer que declaraciones políticas? ¿Su trabajo, la extensión del Reino de Dios en el mundo (en el País Vasco, en su caso) ya lo ha hecho?

Hace un par de semanas, al salir de Misa el domingo en San Sebastián, mi hijo Roque me preguntó por qué no había niños en la iglesia. Antonio, el más pequeño, rápidamente añadió que sólo había viejecitos. Y Rocío, la mayor, que en Deba pasaba lo mismo. Hagan la prueba, queridos lectores. Vayan a Misa en el País Vasco, y si no pasan de los 40 y tienen dos o tres niños pequeños, verán cómo toda la iglesia les mira, cómo las señoras acarician a sus hijos y cómo todo el mundo les sonreirá. Es normal, son los únicos.

¿No ha pensado, Monseñor, que más que preocuparse por las familias de los asesinos y por los derechos de los pueblos debería ocuparse de llevar a Jesucristo a las almas que lo necesitan para salvarse, a aquellos a quienes puede dar sentido a una vida que en este mundo es complicada? ¿Y más aún, no ha pensado que es posible que tanto preocuparse por los derechos de los pueblos sea precisamente lo que ha llevado a la fe católica a la práctica desaparición en el País Vasco? Quien tiene a la nación como explicación de la Historia y de su historia, Monseñor, no necesita a Dios. El nacionalismo no hace sino dar respuesta –falsa, por cierto- al vacío de identidad del Hombre moderno y contemporáneo. Sr. Obispo, para lograr su Misión el Nacionalismo no es un aliado, es un competidor.

No sé, Monseñor, si está usted haciendo su trabajo. A lo mejor sí, pero sinceramente y con todos los respetos no lo parece, y en cualquier caso muchos resultados no está obteniendo. Con esa cercanía al nacionalismo ya tristemente histórica en el País Vasco está usted cometiendo un error estratégico de bulto, créame. Mire, Monseñor, lo que pasa en todas las diócesis nacionalistas de nuestro país ¿Cree de verdad que puede ser una casualidad? Si quiere, con todo gusto le hago llegar encantado los datos que lo muestran, que aquí serían excesivos.

Y ahora este pseudodebate sobre el aborto al que llevamos meses asistiendo. El editorial de El País denunciaba este domingo pasado la pretensión del Gobierno Valenciano de sortear la futura ley del aborto, tal como pretendiera hacer en su día con la tristemente famosa Educación para la Ciudadanía. El editorial se titula “Valencia Confesional” y en el propio subtítulo se dice que la ley que combate el aborto no es propia de un estado laico. ¿Y eso desde cuándo? ¿No se pueden hacer políticas contra el aborto en un estado laico? Eso es mezclar el culo con las témporas, señores, eso si quieren decirlo tienen que explicarlo porque de suyo no va. La semana pasada el mismo periódico se quejaba en página completa de cómo los centro de inmigración de la Comunidad de Madrid daban charlas para intentar que las mujeres inmigrantes tuvieran sus hijos y cómo tenían en sus sedes fotos mostrando el desarrollo del feto en las semanas en las que esta ley va a permitir abortar. Sí, han leído bien, no denunciaba El País que las fotos estuvieran trucadas, denunciaba que las fotos estuvieran ahí, mostrando la cruda realidad a quien quisiera verla. De nuevo adoctrinamiento con dinero público. Es, de verdad, para perder la calma, como lo de Uriarte.

Lo que no soy capaz de explicar es cómo ni cuándo nos ganaron la batalla del lenguaje. No nos creemos capaces de negar la mayor, creemos que la guerra está perdida y que la batalla nos va a dejar aún pero de lo que estamos, y nos enredamos en buscar excusas. ¿Por qué la asignatura de Educación para la Ciudadanía es un ejercicio de progresismo y explicar a una mujer cómo es el hijo que tiene en su vientre es un adoctrinamiento reaccionario que (de nuevo cito el editorial de El País) atenta contra la libertad de las personas y pretende convertir el pecado en delito?

Tenemos pendiente levantarnos contra esa idea de que hay políticas neutrales (Las del gobierno) y políticas ideologizadas, interesadas, retrógradas y adoctrinadoras (las que no lo son) En estos meses un informe de la ANECA pedía a una universidad privada, sin vergüenza y por escrito, que retirara de su plan de estudios de Derecho la asignatura de Derecho Natural por entender que hacerlo era tomar partido por una corriente de la filosofía del derecho. ¿Y decir que el derecho natural no existe no es tomar partido? ¿E impedir enseñarlo no es adoctrinamiento del Estado? Qué clara es la falacia, pero qué difícil combatirla.

Porque no hay neutralidad alguna en proponer el aborto como un derecho, y por el contrario no hay objetividad mayor que mostrar las imágenes del desarrollo embrionario para que cada uno llegue a la conclusión de si lo que allí se ve es o no es una persona. Pero no, nosotros mismos, muchos de los que creemos que el aborto es una lacra social, una desgracia y un drama, hemos dejado de usar esas imágenes porque nos parecían demasiado fuertes, porque provocaban posiciones extremas que no llevaban a ningún lado.

Y una buena parte del problema reside, a mi humilde entender, en algo tan tonto pero tan complicado de cambiar como el funcionamiento de los medios de comunicación a través de los cuales nos guste o no hoy se genera la cultura y se propagan las ideas. Los titulares duran 6 segundos o una línea, y muy poca gente va más allá de los titulares. Ya lo denunciaba Ortega cuando esto no había hecho sino empezar, hace más de 70 años: en los medios no hay debate serio posible. Y en este “no debate”, no sé por qué, la mentira casi siempre gana a la verdad.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pedazo editorial (el tuyo, digo).

LFU dijo...

Brillante y acertado.

Betoman dijo...

muy bien expuesto, animo Iñigo, tenemos q seguir dando la batalla, eres un ejemplo de coherencia y acción.

ahora estoy leyendo un texto de la DENAES en defensa de la nación y el patriotismo de la española y tengo varias criticas se me hacen muy maniqueos ¿sabes q línea maneja esa asociación? saludos y gracias!

César UMG dijo...

Honda y bien argumentada reflexión sobre ambas cuestiones. Añado una anécdota sobre la situación de la Iglesia en el País Vasco. A principio de esta década una amiga se trasladó a Guernica como juez. Era uno de sus primeros destinos. Fue a confesarse a la Iglesia más cercana y cuando localizó al sacerdote que le podía confesar, el mismo le contó después de la absolución que llevaba 5 años sin confesar a nadie.

Anónimo dijo...

Brillante. Gracias

G.