miércoles, 24 de septiembre de 2008

Llevaba varios días evitando el momento de enfrentarme por primer vez al blog. Sin película que comentar, y sin el halo especial que da escribir desde Stanford, la presión de decir algo que interese a alguien tanto como para volver otro día es muy fuerte. Siempre he dicho que como mejor trabajo es bajo presión, pero no las tengo todas conmigo.

Ya se me ha pasado la lesión del tobillo y ayer y hoy, corriendo, no he hecho más que pensar si escribir sobre cuestiones supuestamente sesudas -nacionalismos, movimientos sociales, universidad... -, sobre cosas del día a día, o sobre temas más personales. Éstas últimas son las que más me atraen a mí, pero se supone que no escribo para mí. O sí... qué sé yo, qué más da.

Ésta ha sido una semana rara.

Qué complicado es vivir pretendiendo encontrar siempre un sentido a lo que haces, intentando en todo momento entender en qué lugar de qué camino estás, y hacia donde te diriges. En las charlas del J.H. Newman se supone que intento convencer al público de lo contrario, de que es imposible vivir sin preguntarse para qué se vive, pero últimamente no estoy tan convencido.

Si me cuesta a mí encontrar la paz profunda que da saberse en el sitio adecuado y en el camino correcto, qué no le costará a quienes se les rompe la familia, a quienes no tienen trabajo, a quienes tienen un jefe cabrón que les hace la vida imposible, a quienes se pasan 8 o 12 horas al día en un trabajo que sólo hacen por el mísero dinero que les dan a fin de mes. Yo lo tengo todo, todo, y aún me encuentro como un idiota buscando "más", sintiendo que "algo me falta". Parezco Cristina, la de la peli, pero en feo.

Qué importante es tener algo que dé sentido a lo que hacemos independientemente de lo que hagamos, algo que no cambie, que nunca deje de estar ahí, pase lo que pase. Algo que además sea alguien, para que merezca la pena de verdad gastar la vida en él... Sabemos que es importante, pero no nos ocupamos de encontrarlo, o cuidarlo: una de las grandes parajodas de la vida.

Relacionado con esto, no dejéis de echar un vistazo a este vídeo que me ha enviado M, es largo pero merece la pena al menos empezar a verlo: http://www.youtube.com/watch?v=hKRgLvmamUY

Como en el minuto de silencio y el aplauso final, sobre todo el aplauso, "para apoyar a la familia" del militar asesinado por ETA. Menos mal que la fe nos salva, en este caso de hacer el imbécil; porque lo de los minutos de silencio, si no es para rezar, no acaba de tener mucho sentido. Sólo sirve, en todo caso, para dejarnos tranquilos por no poder hacer nada más o por no hacerlo. El padre de Juan Antonio, en la película del domingo, se venga del mundo no publicando las geniales poesías que escribe. Es un poco la misma tontería, pero llevada al extremo.

También ha sido una semana rara en lo climatológico: pocas veces pasa que la llegada del otoño coincida con la llegada del otoño, pero el lunes pareció que sí iba a suceder, y el día cobró un encanto especial.

Volviendo de la Universidad, en el coche, lloviendo a mares y escuchando fados -qué me estaría pasando por la cabeza - me entraron unas ganas irresistibles de llegar a casa, encender la chimenea, y sentarme a leer "Casa Desolada" al lado del perro escuchando música clásica hasta altas horas de la noche. El encanto duró poco porque no tengo chimenea, no tengo perro, casi nunca escucho música clásica y al llegar a casa R no paró hasta conseguir que subiera a jugar al futbolín hasta la hora del baño.

Y en cambio ayer, aprovechando que A salió a cenar con unas amigas -está hecha un pendón, tendré que tomar medidas - los niños y yo pudimos darnos el que pensamos que iba a ser el último baño del verano. No lo fue, porque hoy hemos repetido pero con premeditación, alevosía, y testigos presenciales.

En esos ratos con los niños, que te exigen el 120%, sí que desaparece el resto del mundo. Ellos lo llenan todo, y en esos momentos no hace falta nada más, nada, casi ni sentido.

(Gracias de nuevo a R, en este caso por introducir la aplicación para suscribirse al blog y el contador de visitas. Prometo no molestar más, a ver si ahora el contenido está a la altura del continente)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Me gusta! ¡Me gusta muchísimo esta nueva línea!

Anónimo dijo...

El continente está bastante logrado; tal vez la letra un poco pequeña para los amenazados (o atacados) por la presbicia. El contenido, superior. Al menos con éste, chico, apuntas maneras... Besos, Miri