domingo, 26 de abril de 2009

25 Kilates

Esta semana, debe ser por el festival de Málaga, todos los estrenos son de películas españolas.

Iba a ir a ver "El Niño Pez", una película argentina que no tenía mala pinta, porque "La Sombra del Poder" (Que sería mucho más del gusto de G) empezaba bastante tarde y dura más de dos horas. También podía ir a "The International", pero lo de la mafia de la banca mundial me ha dado bastante pereza. El caso es que no estaba fácil, hemos estado unos meses viendo peliculones pero ahora la cosa está mucho más floja.

Al final la decisión no ha importado mucho, porque la compra por internet ha fallado y al llegar al cine he descubierto que no tenía entrada. Ha debido de ser el destino, porque he terminado en esta "25 Kilates", la ópera prima de un diretor español que me ha gustado mucho. No es una gran película, no va a quedar para la historia ni mucho menos, pero está muy bien hecha.

Es un cine sin pretensiones, como diría DA sin recado. Cine negro, sin más: robos, tiros, policías corruptos, buenos y malos, dinero... Lo bueno es que funciona, tanto la historia como los personajes son creíbles y enganchan desde el principio hasta el final. Juega a favor del director que los actores no sean conocidos, resulta más fácil meterse. Lo malo, o lo bueno segun se, es que no da para comentar mucho. De la historia no puedo decir nada sin estropear la trama, y no sugiere grandes reflexiones sobre las que escribir.

¿Una oportunidad magnífica para no tener que escribir, no? Pues por lo que sea al final he acabado cogiendo el ordenador, es casi como si me sintiera obligado a escribir algo. Me da la sensación de que este blog pende de un hilo, que en cuanto deje de escribir un par de semanas pierdo esos 50 lectores que aún me son fieles. ¿y? ¿No es todo un poco absurdo, para qué quiero esos lectores? ¿Qué gano con ello? Si es sólo para alimentar mi ya sobrealimentado ego, tengo un problema más grande del que creía. Y sinceramente no se me ocurren muchas más razones...

El otro día me sorprendió como también esta audiencia raquítica -sólo en volumen- que tengo es capaz de reaccionar ante la calidad, aunque en este caso la calidad signifique sólo pensar un par de veces las cosas antes de escribirlas. El día que publiqué el artículo sobre Monseñor Uriarte las visitas fueron el doble de lo normal. ¿Cómo llega a suceder eso? De verdad que no lo entiendo, porque sé que unos no se lo envían a otros.

En cualquier caso me hizo pensar un poco sobre este blog. El problema es que no tiene un fin concreto, que no digo nada que pueda interesar a nadie. Le falta "propuesta de valor", como dicen ahora los entendidos en negocios. Y el poco valor que yo podría proponer requeriría mucho más tiempo del que yo dedico a esto. Pero puede que mereciera la pena, quién sabe, me parece que nos vamos a quedar sin saberlo.

El otro día los Alumni de Stanford tuvimos un almuerzo con Enrique Dans, que es el blogger en español ( http://www.enriquedans.com/ ) que más visitas tiene del mundo. Es profesor del IE y uno de los más reconocidos expertos de internet, parece ser que es uno de los que está liderando la protesta de los internautas contra la nueva Ministra de Cultura. Acabo de comprobarlo, y hoy habla del fenómeno Twitter. Dice que si no lo pruebas no puedes juzgarlo, debe ser lo que me pasa a mí porque aún no le veo la gracia a eso de saber en todo momento qué está haciendo un montón de gente. Lo voy a probar, de todas formas.

Enrique Dans tiene éxito porque habla de internet, porque es de las personas del mundo más informadas sobre lo que sucede y lo que va a suceder en la red. Y yo escribo... De nada, de nada y de todo, de lo que buenamente se me ocurre cuando la pantalla blanca del portátil me mira a la cara, casi siempre poco después de haber visto una peli y de haberme tomado un kebab de El Turkito. Y lo que es peor, sin saber nada de cine y de hecho casi sin hablar de la película la mayor parte de las veces.

Voy a echarle una pensada en serio a esto, a ver si merece la pena intentar centrarme y dedicar un poco de tiempo a escribir sobre cosas que tengan cierto interés. Podría dedicarme un poco más en serio a escribir con conocimiento de causa de las pelis, o escribir también de los libros que leo, o sobre los temas de los que puedo saber algo (Nacionalismos, Universidad, educación, gestión, liderazgo, redes, movimientos sociales...).

Ya veremos. Seguramente seguiré igual, hablando de nada, y esta reflexión haya servido sólo para llenar un post falto de contenido.
Esta imagen es de esta mañana, también de la Molinera. Estos paseos a caballo con los perros me dan la vida. Qué gozada es estar un par de horas por el monte, sólo, disfrutando del aire y de las vistas y pensando en tantas cosas como hay para pensar.

domingo, 19 de abril de 2009

The Cherry Orchard

El sábado fuimos con el grupo de alumnos de la Escuela de Liderazgo al teatro, al teatro de verdad. Fuimos al Español a ver el estreno de El Jardín de los Cerezos, de Chejov, dirigida por Sam Mendes (Revolutionary Road, American Beauty..) En inglés.

A ellos no les gustó tanto como yo esperaba. El texto se les hizo pesado, sobre todo la primera parte. Me decían al salir que los actores les habían gustado, pero que el problema es que no pasaba nada. Pero joder si pasaba…

Yo no había leído El Jardín de los Cerezos, y el texto me encantó. En algunos momentos me recordaba a El Gatopardo, porque es la historia de la decadencia de la aristocracia y sus valores, pero en Rusia en vez de en Italia. “What do you thing about me?” le pregunta Lopajin, el comerciante rico que acaba quedándose con el Jardín de los cerezos, a Trofimov, un eterno estudiante intelectual que es una especie de precursor de la revolución. “You are neccesary” le contesta. Le Desde el punto de vista social es interesantísima. Pero como siempre pasa en Chejov hay mucho más.

“To be or to Shoot myself. This is the question” Esa es la cuestión, verdaderamente. Casi la única, la de siempre.

Creo que es Ania la que en un momento de la obra se imagina qué haría si tuviera todo el dinero del mundo: caminar, caminar sin parar durante toda la vida, peregrinando a todos los lugares santos. Esa es, para ella, la felicidad, ir hacia algún sitio. Ir, es decir, estar en movimiento, haciendo algo… Pero también haciéndolo por algo, teniendo siempre un fin que tire de uno, al que nunca se llegue para que nunca deje de tirar. “What a great Though”, le dice Varia. “What a great though”, repite. Y claro, es que el problema es llegar, ir es siempre mucho más fácil.

Andar siempre es andar, pero qué distinto es hacerlo para llegar a un sitio que huyendo de otro. Qué diferente es que tiren de ti a que te empujen ¿Verdad? Es lo que le pasa a la protagonista, a Ranevskaia. Desde murió su hijo se ha pasado la vida huyendo, y de hecho es huyendo como ha llegado al Jardín de los Cerezos; huyendo de París. ¿Y cómo termina la obra? Termina con Ranevskaia huyendo del Jardín de los Cerezos… hacia París. Como diría Sergio en Arte, muy profundo. Muy, muy.

Lo de los actores es otro rollo, otra liga, otro deporte. Ayuda que sea en inglés, todos estábamos allí un poco como los habitantes del pueblo cuando llegan los cómicos de la Ciudad. Pero yo creo que no era sólo eso, sino que verdaderamente eran muy buenos. De nuevo, muy muy. Todos, pero para mí los mejores, sin duda, Sinead Cusack y Simon Russel en los papeles de Ranevskaia y Lopajin.

Desde el punto de vista interpretativo el momento cumbre se produce cuando Lopajin vuelve de la subasta en la que ha comprado la casa en la que sus antepasados fueron esclavos y descubre que ni aún así los nobles le respetan. Cuando a gritos pide a la orquesta que vuelva a tocar, ya sólo en el escenario porque nadie quiere celebrar nada, a la señora que estaba a mi lado y a mí se nos escapó, a la vez, un “joder…” Como un susurro, pero perfectamente audible. Era, como se suele decir, teatro en estado puro.

Detrás de mí estaba sentado Almodóvar. Antes de entrar le abordé para decirle si al salir del teatro se quería venir a tomar una cañas con un grupo de universitarios de toda España que habían venido a ver la obra. Me dijo que no, claro, pero estuvo muy amable. En nuestra misma fila estaban Vigo Mortensen y Paco Valladares.

Ha sido un fin de semana interesante, muy completo en todos los sentidos. He tenido de todo, y en este caso todo bueno. Bueno, todo no porque la película de esta noche (El Viaje del Globo Rojo) no valía nada. Al menos la primera hora, la segunda no lo sé porque no la he visto.

Darse un abrazo es como tomar el sol. Y después de un invierno frío pocas cosas reconfortan más que cerrar los ojos y dejar que el sol te de en la cara. Se nota como la energía llega a todo el cuerpo. A lo mejor hay gente a la que no le hace falta, pero yo necesito sentir el sol en la cara de vez en cuando.

Hoy no ha dado mucho el sol, pero subiendo a caballo por La Molinera el viento en la cara producía un efecto similar. Nunca había subido hasta arriba del todo, ha sido precioso.

miércoles, 15 de abril de 2009

Para perder la calma

Monseñor Uriarte y El “debate” del aborto,
dos motivos para perder la calma


Me ha costado unos días encontrar qué tenían en común estos dos temas sobre los que quería –casi necesitaba- escribir pero para los cuales me costaba encontrar un punto de unión, algo que justificara meterlos en el mismo saco y en la misma página. Esta mañana leyendo la prensa lo he descubierto: es el desasosiego que causan, la sensación de impotencia que proviene de no poder o saber hacer nada contra algo que está tan rematadamente mal.

Empecemos por Uriarte, que en estas semanas nos ha regalado declaraciones al más puro estilo de un político en campaña sobre la necesidad de estar cerca del sufrimiento de las familias de los presos y sobre los derechos de los pueblos que es necesario defender para alcanzar la paz. Y la primera pregunta es, Reverendísimo, obvia: ¿No tiene usted otra cosa que hacer que declaraciones políticas? ¿Su trabajo, la extensión del Reino de Dios en el mundo (en el País Vasco, en su caso) ya lo ha hecho?

Hace un par de semanas, al salir de Misa el domingo en San Sebastián, mi hijo Roque me preguntó por qué no había niños en la iglesia. Antonio, el más pequeño, rápidamente añadió que sólo había viejecitos. Y Rocío, la mayor, que en Deba pasaba lo mismo. Hagan la prueba, queridos lectores. Vayan a Misa en el País Vasco, y si no pasan de los 40 y tienen dos o tres niños pequeños, verán cómo toda la iglesia les mira, cómo las señoras acarician a sus hijos y cómo todo el mundo les sonreirá. Es normal, son los únicos.

¿No ha pensado, Monseñor, que más que preocuparse por las familias de los asesinos y por los derechos de los pueblos debería ocuparse de llevar a Jesucristo a las almas que lo necesitan para salvarse, a aquellos a quienes puede dar sentido a una vida que en este mundo es complicada? ¿Y más aún, no ha pensado que es posible que tanto preocuparse por los derechos de los pueblos sea precisamente lo que ha llevado a la fe católica a la práctica desaparición en el País Vasco? Quien tiene a la nación como explicación de la Historia y de su historia, Monseñor, no necesita a Dios. El nacionalismo no hace sino dar respuesta –falsa, por cierto- al vacío de identidad del Hombre moderno y contemporáneo. Sr. Obispo, para lograr su Misión el Nacionalismo no es un aliado, es un competidor.

No sé, Monseñor, si está usted haciendo su trabajo. A lo mejor sí, pero sinceramente y con todos los respetos no lo parece, y en cualquier caso muchos resultados no está obteniendo. Con esa cercanía al nacionalismo ya tristemente histórica en el País Vasco está usted cometiendo un error estratégico de bulto, créame. Mire, Monseñor, lo que pasa en todas las diócesis nacionalistas de nuestro país ¿Cree de verdad que puede ser una casualidad? Si quiere, con todo gusto le hago llegar encantado los datos que lo muestran, que aquí serían excesivos.

Y ahora este pseudodebate sobre el aborto al que llevamos meses asistiendo. El editorial de El País denunciaba este domingo pasado la pretensión del Gobierno Valenciano de sortear la futura ley del aborto, tal como pretendiera hacer en su día con la tristemente famosa Educación para la Ciudadanía. El editorial se titula “Valencia Confesional” y en el propio subtítulo se dice que la ley que combate el aborto no es propia de un estado laico. ¿Y eso desde cuándo? ¿No se pueden hacer políticas contra el aborto en un estado laico? Eso es mezclar el culo con las témporas, señores, eso si quieren decirlo tienen que explicarlo porque de suyo no va. La semana pasada el mismo periódico se quejaba en página completa de cómo los centro de inmigración de la Comunidad de Madrid daban charlas para intentar que las mujeres inmigrantes tuvieran sus hijos y cómo tenían en sus sedes fotos mostrando el desarrollo del feto en las semanas en las que esta ley va a permitir abortar. Sí, han leído bien, no denunciaba El País que las fotos estuvieran trucadas, denunciaba que las fotos estuvieran ahí, mostrando la cruda realidad a quien quisiera verla. De nuevo adoctrinamiento con dinero público. Es, de verdad, para perder la calma, como lo de Uriarte.

Lo que no soy capaz de explicar es cómo ni cuándo nos ganaron la batalla del lenguaje. No nos creemos capaces de negar la mayor, creemos que la guerra está perdida y que la batalla nos va a dejar aún pero de lo que estamos, y nos enredamos en buscar excusas. ¿Por qué la asignatura de Educación para la Ciudadanía es un ejercicio de progresismo y explicar a una mujer cómo es el hijo que tiene en su vientre es un adoctrinamiento reaccionario que (de nuevo cito el editorial de El País) atenta contra la libertad de las personas y pretende convertir el pecado en delito?

Tenemos pendiente levantarnos contra esa idea de que hay políticas neutrales (Las del gobierno) y políticas ideologizadas, interesadas, retrógradas y adoctrinadoras (las que no lo son) En estos meses un informe de la ANECA pedía a una universidad privada, sin vergüenza y por escrito, que retirara de su plan de estudios de Derecho la asignatura de Derecho Natural por entender que hacerlo era tomar partido por una corriente de la filosofía del derecho. ¿Y decir que el derecho natural no existe no es tomar partido? ¿E impedir enseñarlo no es adoctrinamiento del Estado? Qué clara es la falacia, pero qué difícil combatirla.

Porque no hay neutralidad alguna en proponer el aborto como un derecho, y por el contrario no hay objetividad mayor que mostrar las imágenes del desarrollo embrionario para que cada uno llegue a la conclusión de si lo que allí se ve es o no es una persona. Pero no, nosotros mismos, muchos de los que creemos que el aborto es una lacra social, una desgracia y un drama, hemos dejado de usar esas imágenes porque nos parecían demasiado fuertes, porque provocaban posiciones extremas que no llevaban a ningún lado.

Y una buena parte del problema reside, a mi humilde entender, en algo tan tonto pero tan complicado de cambiar como el funcionamiento de los medios de comunicación a través de los cuales nos guste o no hoy se genera la cultura y se propagan las ideas. Los titulares duran 6 segundos o una línea, y muy poca gente va más allá de los titulares. Ya lo denunciaba Ortega cuando esto no había hecho sino empezar, hace más de 70 años: en los medios no hay debate serio posible. Y en este “no debate”, no sé por qué, la mentira casi siempre gana a la verdad.

domingo, 12 de abril de 2009

El Curioso Caso de Benjamin Button

Hoy en el cine he vuelto a llorar. Además he llorado bien a gusto, y en dos ocasiones. Cuando se lo he contado a R, al llegar a casa, se ha reído un buen rato de mí. Ahora que lo pienso, con este tipo de comienzos no me puede extrañar que el otro día una buena amiga me dijera que no estaba de acuerdo conmigo en que este blog estuviera últimamente un poco más optimista.

La película es, a mi humilde juicio, una obra maestra. Tres Oscars me parecen pocos, aunque con una competidora como Slumdog la cosa se explica un poco más. Hay que ir a verla, y si es posible en inglés porque el texto original es precioso y está dicho en un inglés muy fácil. Son casi tres horas de película, pero se pasan volando. Igual que sucede con un buen libro, que cuando te vas acercando al final te va dando pena avanzar hacia el fin, hoy he disfrutado casi de cada escena como si fuera la única, sin pensar cuánto llevaba ni cuánto quedaba por delante.

Una película que cuenta una vida vivida al revés no puede sino hacerte pensar continuamente sobre tu propia vida. Porque este Curioso Caso es una película sobre eso, sobre la vida y sobre cómo vivirla. En varias ocasiones me ha dado pena no poder apuntar las frases, me da la sensación de que el libro de Scott Fitzgerald tiene que ser muy bueno, a lo mejor merece la pena leerlo antes de ver la película. Una de las escenas que ha hecho que me saltaran las lágrimas es de alguna forma un resumen de toda la película, cuando Benjamin le escribe una postal a su hija de 13 años con una serie de consejos sobre cómo vivir la vida.

No los voy a repetir aquí porque además no me acuerdo de memoria, pero son exactamente los consejos que le daría yo a mis hijos, a mis ahijados M y M, o a I, la nueva ahijada que está en camino. Sé que seguramente son ideas superficiales que hablan del cómo vivir y no del para qué vivir, pero es que voy a decir una herejía y algo que puede parecer lo contrario de lo que digo en mis conferencias de apologética: tratándose de la vida, casi me parece más importante el cómo que el para qué, disfrutar del camino que llegar al final. Suena un poco a Cavafis, y la clave seguramente está en entender que es precisamente el final lo que permite disfrutar del camino.

Mañana voy a echar mucho de menos a los niños, esta Semana Santa he disfrutado mucho de los tres. Ayer por la tarde, en la terraza, nos quedamos un buen rato los cuatro mirando el mar, y al terminar cerramos los ojos para traernos la imagen a Madrid, para cuando nos haga falta. Ha sido una Semana –no tan- Santa de pasear mucho, de mirar el mar, de comer helados y pinchos, de leer, de jugar a la pelota en la plaza del Kursaal, de comer pipas, de hablar con buenos amigos a los que vemos poco, y de pensar: de pensar en mi vida, en mi familia, en mi trabajo, y en lo que da sentido a todo eso, cuando hay algo que se lo da, que no siempre sucede.

En cuanto me descuido me vuelvo a poner profundo, melancólico, y a lo mejor un poco coñazo. Esta amiga anónima se estará riendo y pensando que tiene razón. Y sí, la tiene, pero es normal. Me siento delante del ordenador, veo la pantalla en blanco, y las cosas que se me vienen a la cabeza son este tipo de cosas. Más aún al ver una película como la de hoy. Son las de siempre, quiero pensar que no porque sea un triste sino porque son las importantes. Aunque a veces me gustaría más la actitud que muestra Daisy antes de morir: Le pregunta su hija: - Are you afraid? Just curious, contesta ella.

Un poco antes, recordando su vida, ella misma dice que el gran error que ha cometido en su vida era haberse pasado demasiado tiempo esperando. Me da miedo que me esté pasando lo mismo.

Como me parece que el ABC ya no lo va a publicar, esta semana traeré al blog el artículo que escribí el domingo pasado sobre el obispo Uriarte y el debate sobre el aborto. Estoy pensando en desarrollar la primera parte y escribir otro que se llamaría “En lugar del Te Deum” aprovechando una cita de Zweig que ya salió aquí hace tiempo.

En tres días me he leído 600 páginas del segundo tomo de Millenium, la novela en tres capítulos de Stieg Larsson que está nada más entrar en todas las librerías. No es nada del otro mundo, pero me tiene completamente pillado. Mucho mejor es El Maestro de Almas, de Irene Nemirovsky, que he leído antes de este. Darío Asfar es uno de esos personajes que no es fácil olvidar.

domingo, 5 de abril de 2009

Retorno a Hansala

El cine en versión original de San Sebastián es el Cine Trueba, y da la casualidad de que está al lado de casa, a cinco minutos andando. No pensaba ir esta noche porque me apetecía más irme a correr, pero al final me ha dado miedo forzar la rodilla, que lleva unos días molestándome. Pensaba aprovechar y escribir hoy sobre Enrique V, la película de Kenneth Branagh que ayer vimos en vídeo por recomendación de JMO y que me volvió a llevar a esa especie de éxtasis que siempre me produce leer o escuchar a Shakespeare.

Retorno a Hansala nos la recomendó mucho GO. El la vió como parte del jurado del festival de cine de Valladolid, les encantó y le dieron el premio especial. Me imagino que en comparación co otras sería una maravilla, pero vista sola no es para tanto. Está bien, sí, pero tampoco es para tirar cohetes. Cuenta la historia del viaje de vuelta a Marruecos de un inmigrante que muere intentando curzar el Estrecho en una patera. Vuelve cadaver, claro, en la furgoneta del dueño de una funeraria de Algeciras que de esta forma acaba conociendo la forma de vida de las aldeas de Marruecos de donde salen los jóvenes que terminan en su "negocio".

La historia es bonita pero no acaba de aportar nada nuevo. A mí además me ha costado entrar. Me he dado cuenta en el momento más dramático, en realidad el único dramático que hay, porque sencillamente no me lo he creído y me he imaginado a la Directora detrás de la cámara diciendo "¡Corten!"

Tampoco sería normal que hubiera muchas películas españolas buenísimas. Si hay pocas en el mundo, teniendo en cuenta lo pequeño que es esto y la poca tradición e industria que hay, por lógica no puede salir más de una al año, y eso con mucha suerte. Por muchas subvenciones que se repartan, de donde no hay no se puede sacar.

Más interesante que la película ha sido la corta pero intensa conversación sobre política que he tenido después con A y con I en su casa. A es una buena amiga de la cuadrilla de Deba, una tipa muy lista. He ido a verla porque tiene algo que es muy difícil de encontrar en Donosti, aparcamiento. Cuando venimos en Semana Santa nos hace el favorazo de dejarnos un sitio que, sin exagerar, nos cambia la vida aquí.

Es cursioso como dos personas más o menos inteligentes, más o menos bien informadas y culturalmente relativamente cercanas pueden pensar tan distinto sobre... sobre casi todo. A no podía entender, por ejemplo, cómo la flamante Presidenta del Parlamento Vasco se atrevía a decir en público que ella no usaba ni usaría preservativos:

- En el siglo XXI no se puede decir eso si eres un cargo público!
- ¿Por qué?
- Porque no, que estamos en el 2009!
- Ya. ¿Y? ¿Qué pasa? ¿Está mal, es delito?
- No me jodas que tú también eres un opusino!

No acaban de ver la ganancia de este cambio de gobierno, dicen que en medio de esta crisis lo que menos necesitan es un gobierno con problemas internos y que reparta los cargos públicos a gente con los bolsillos aún vacíos. Yo creo que sea como sea, cualquier cosa será mejor que mantener durante 30 años al mismo partido en el gobierno. I en eso coincidía conmigo.

Hemos estado también hablando de Monseñor Uriarte y su preocupación por los derechos de los pueblos, porque les he comentado que pretendía mandar un artículo al ABC sobre el tema. Tampoco en eso coincidíamos ni un poquito. Aún así, porque es buena amiga, me ha seguido dejando aparcar el coche en su casa.

El año pasado, en Deba, le recomendé que se escapara a Stanford a hacer el SEP, estoy convencido de que lo aprovecharía mucho. Va a ser que por ahora no lo va a hacer, porque su industria -la automoción- está pasando un bachecillo, o eso se comenta, y porque le faltan dos semanas para dar a luz a su primer hijo.

Por delante nos espera una semana entera e San Sebastián sin absolutamente nada que hacer. Nada. NA-DA. Es raro, al principio hasta cuesta acostumbrarse. Tarda uno unos días en cambiar el chip, en relajarse y disfrutar. Y luego, cuando ya está uno hecho a ello, lo que cuesta es volver.